La
obsesión conspiranoica con los judíos tiene hondas raíces. Ya desde la antigüedad,
se veía a los judíos como un pueblo con costumbres muy extrañas, que no era
digno de confiar. Pero, el odio más enfermizo contra ellos empezó una vez que
el cristianismo se expandió por el imperio romano.
Ya los propios autores de los
evangelios tenían animosidad contra los judíos. El evangelio de Juan no
escatima en presentar a un Jesús que se enfrenta, no meramente a una facción de
adversarios, sino a los judíos en general. Y el evangelio de
Mateo narra que los judíos, al elegir matar a Jesús, aceptan que su sangre
caiga sobre ellos.
Esto se narra en el contexto de la
escena de la liberación de Barrabás y la condena de Jesús, en la asamblea
popular judía. Por complejas razones que he explicado en mi libro Jesucristo ¡vaya timo!, la mayoría de
los historiadores dudan de que esa escena haya ocurrido realmente. Lo más
probable es que Jesús fue condenado por el propio Poncio Pilatos, por motivos
estrictamente políticos, y los judíos tuvieron muy poco que ver con aquella
circunstancia.
Pero, a partir de lo que se narra en
los evangelios, y sobre todo ese pasaje del evangelio de Mateo, quedó en la
imaginación cristiana la idea de que los judíos eran culpables de haber matado
a Cristo. A partir del siglo II, se les empezó a llamar deicidas, asesinos de Dios. Si bien en el siglo XX el II Concilio
Vaticano repudió este insulto, hasta el día de hoy aparecen de vez en cuando
personajes que reprochan a los judíos por, supuestamente, haber matado a Dios.
Si los judíos mataron a Dios, se
razonaba, entonces eran capaces de hacer cualquier otra barbaridad. Si la
crucifixión de Cristo fue tan sangrienta, entonces los judíos no tendrían escrúpulos
en deleitarse con rituales sangrientos. A partir del siglo XI, empezó a correr
el rumor de que, durante sus celebraciones de Pascua, los judíos raptaban niños
para beber su sangre, y mezclarla con el pan de levadura que acompaña esa
celebración. Esta acusación es hoy conocida como el libelo se sangre, pues circulaban en forma de panfletos. Se decía
que el talmud (un cuerpo de comentarios judíos a la Biblia) exigía rituales de
sacrificio humano, y que los judíos tenían organizaciones secretas para raptar
niños a fin de cumplir estos ritos.
La acusación es disparatada por
donde se la mire. Si bien es posible que los antiguos hebreos practicaran el
sacrificio humano en tiempos remotos, también es cierto que desde muy temprano los
hebreos buscaron separarse de los cananeos y sus prácticas de sacrificio
humano. Ciertamente el judaísmo prescribe sacrificios de animales (aunque, en
realidad, se prescribe que se hagan en el templo de Jerusalén, y ese templo fue destruido en el año 70), pero de ningún modo permite
sacrificios humanos. El judaísmo tiene también una repulsión por el consumo de
carne humana, y por el consumo de la sangre en general.
Hasta el día de hoy, algunos de
quienes hacen estas acusaciones, alegan que, efectivamente, los judíos sólo
permiten el sacrificio animal. Pero, alegan estos conspiranoicos, los judíos sólo
consideran humanos a los miembros de su propio pueblo; el resto son goyim, animales. Y así, según su religión,
es lícito matarlos.
Contrariamente a lo que los
conspiranoicos creen, la palabra hebrea goyim
no significa animales. Significa naciones,
o como tradicionalmente se traduce, gentiles.
Ciertamente, podemos acusar a los judíos de ser etnocentristas, como tantos
otros pueblos. Ellos dividen la humanidad en judíos y no judíos. Pero, es
absolutamente falso que ellos consideren a los no judíos como animales.
El primer gran libelo de sangre
ocurrió en Inglaterra, en 1144. Europa se estaba preparando para la Segunda
Cruzada. La Primera Cruzada, que se remonta al año 1095, fue una
empresa militar que movilizó a miles de combatientes, con el propósito de
liberar a Jerusalén del dominio musulmán. En aquella ocasión, hubo un gran celo
religioso. En medio de ese fanatismo, antes de partir hacia Jerusalén, los ejércitos
atacaron a muchas comunidades judías en las riberas del Rin, en Alemania. En
los planes originales de los cruzados no estaba atacar a los judíos, pero el
fanatismo hizo que descargaran su furia contra todo aquel que no fuese
cristiano. Además, se razonaba, ¿para qué ir tan lejos a combatir infieles, si
en la propia Europa también había infieles que merecían ser pasados por el filo
de la espada?
Esa actitud tan combativa contra los
judíos apareció nuevamente en la convocatoria de la Segunda Cruzada. En ésta,
Inglaterra tuvo mayor participación. Y así, en el ánimo contra los judíos, ocurrió
un episodio lamentable. Un niño cristiano, William, apareció muerto en la localidad
de Norwich. Según parece, se culpó a los judíos de haber raptado al niño, para
matarlo y beber de su sangre como parte de sus rituales. El sheriff local dio
protección a los judíos, y el asunto no pasó a mayores, pues nunca se supo quién
fue el culpable de aquel atroz crimen.
Pero, tiempo después, un tal Tomás
de Monmouth narró la historia con tremendo sensacionalismo, añadiendo detalles
que envilecieron a los judíos. Según el conspiranoico Tomás, había en Europa
una red de judíos que anualmente se reunía para decidir en cuál ciudad europea
se raptaría a un niño cristiano para matarlo y beber su sangre. En 1144, ese
concilio judío había decidido que el sangriento ritual se haría en Norwich. Según
Tomás, del mismo modo en que los judíos se regocijaron crucificando a Jesús, así
crucificaron al pequeño William.
A partir de esa crónica, en torno a
William surgió un culto de peregrinos. Se alegaba que William hacía milagros, y
naturalmente, los devotos se tragaban completo el cuento sobre la conspiración
judía y los sacrificios rituales. El caso de William dio paso a otras historias
similares, con el mismo patrón: un niño aparecía muerto, e inmediatamente, se
formaba la leyenda de que los judíos habían organizado el rapto, con fines
rituales. La Iglesia no avalaba estas acusaciones propiamente. Pero, sí promovía
la veneración de estos niños mártires: Hugo de Lincoln, Simón de Trento, Haroldo
de Gloucester, los niños de Fulda, y otros más.
¿Por qué se creían estas cosas? Los
historiadores han explorado algunos motivos. Quizás, los cristianos tenían
ellos mismos alguna ansiedad con el canibalismo simbólico de la eucaristía, y
así, terminaron por proyectar el canibalismo real a sus propios vecinos, los
judíos. Es posible también que los primeros cruzados, al ver que los judíos se
suicidaban y mataban a sus propios hijos antes de acceder a la persecución
religiosa, terminaran por creer que si los judíos eran capaces de matar a sus
propios hijos, eran mucho más capaces de matar a niños cristianos. O, también,
al ver a los rabinos chupar sangre en el ritual de la circuncisión con recién
nacidos, los cristianos se imaginaban que los judíos bebían sangre de niños
cristianos en rituales más crueles.
En fin, a medida que Europa se iba modernizando,
las poblaciones dejaban de creer en estas tonterías. Hasta el siglo XX, hubo
libelos de sangre, sobre todo en Rusia; pero, en líneas generales, las
autoridades no daban crédito a estas teorías conspiranoicas, e incluso regímenes
marcadamente antisemitas, como el zarista en Rusia, hacían lo posible por
erradicar estas creencias en el populacho.
En la Edad Media, el mundo cristiano era
muy hostil a los judíos, mientras que el mundo musulmán, al menos
comparativamente, era mucho más condescendiente con los judíos. Pero, a medida
que en Europa se dejaba de creer en los libelos de sangre, en el Medio Oriente
esta teoría conspiranoica cobraba fuerza, y hoy, es bastante común en los países
árabes.
En 1840, hubo un caso que, como el de William
de Norwich en Europa, marcó en el Medio
Oriente el inicio de la histeria colectiva en torno a los supuestos rituales de
sangre de los judíos. Ese año, en Damasco, se encontró muerto a un monje católico
capuchino, el hermano Tomás. Con la instigación de su orden capuchina, empezó a
correr el rumor de que Tomás había sido raptado por nueve judíos, para llevar a
cabo el cruel ritual de extraer la sangre y beberla como parte de su celebración
de pascua. A estos judíos se les torturó, y confesaron.
Pero, a medida que se desarrollaba el
caso, hubo grandes implicaciones políticas. Siria estaba bajo el control de
Muhammad Ali, un caudillo que gobernaba desde Egipto, con el apoyo de los
franceses. Ali se enfrentaba al imperio otomano, que contaba con el respaldo de
los briánicos. Desde Napoleón, los franceses habían tomado importantes medidas
para liberar a los judíos de muchas discriminaciones. Y así, con presiones
inglesas, los franceses intervinieron para negociar con Ali la liberación de
los judíos acusados (dos de los cuales habían muerto a causa de la tortura). Francia
y Gran Bretaña, en su autoproclamada misión de civilizar al mundo, alegaban que
un país moderno y civilizado no podía permitir la formulación de acusaciones
tan fantasiosas, propias de la mentalidad medieval.
No obstante, la liberación de esos judíos
se debió al cálculo del propio Ali, quien previendo una confrontación con el
imperio otomano, trató de buscar aliados en los poderes europeos, y por ello
accedió a la solicitud de negociación de los franceses y británicos. Hoy hay
una percepción generalizada en el mundo musulmán de que el monje Tomás sí fue
raptado por los judíos para llevar a cabo su macabro ritual, y que estas
abominaciones siguen ocurriendo en la actualidad.
Es un hecho histórico que, frente al
caso de Damasco, los judíos en Europa se empezaron a organizar para socorrer a
aquellos judíos que sufrieran atropellos en otros países. Eso, lamentablemente,
dio pie a la teoría conspiranoica, más o menos difundida en el Medio Oriente,
según la cual, los poderes imperiales europeos interfirieron para dejar libres
a esos judíos de Damasco que, en realidad, eran culpables. De acuerdo a estos
conspiranoicos, los gobiernos europeos estaban controlados por familias de
banqueros judíos (sobre todo los Rothschild) y ellos se aseguraron de proteger a aquellos que practicaban
abominaciones rituales.
La verdad es que, como en el caso de los
supuestos rituales de satanismo en EE.UU. a finales del siglo XX, los libelos
de sangre no tenían ningún fundamento. Eso no quiere decir que, en la historia
de la humanidad, no ha habido prácticas de sacrificio ritual o canibalismo. Algunos
antropólogos, en su empeño por remediar los abusos del colonialismo, han
defendido la idea de que el canibalismo y el sacrificio humano eran inventos de
la mente colonialista que atribuía a los indígenas estas abominables prácticas.
Estos antropólogos alegan que la idea de que hay pueblos caníbales o que
practican el sacrificio humano, es en sí misma una teoría de la conspiración. Pues,
supuestamente, nunca nadie ha visto directamente una ceremonia de ese tipo: los
exploradores siempre oían a los nativos decir que sus vecinos eran los caníbales, no ellos.
Lamentablemente,
estos antropólogos se equivocan. Algunas teorías
conspiranoicas sí resultan ser verdaderas. Y, es un hecho indiscutible que
entre los aztecas, algunos pueblos nativos del Pacífico, y los druidas de
Inglaterra, sí hubo canibalismo y sacrificios humanos. Para esto, hay muchísima
evidencia arqueológica, forense y documental. Lo que distingue a una teoría
conspiranoica verdadera de una falsa es, precisamente, la evidencia. Y, si bien
hay mucha evidencia para asegurar que los aztecas en sus pirámides sí abrían el
pecho de sus víctimas para sacarles el corazón, no hay evidencia para decir que
los judíos crucificaban a niñitos cristianos para untar su sangre con el pan
sin levadura.
La iglesia condenó tajantemente el libelo de sangre, ( Niño de la Guarda,San Simoncino de Trento...). Te recomiendo esta interesante entrevista Massimo Introvigne: Así nacieron algunas calumnias contra los judíos
ResponderEliminarhttp://www.fluvium.org/textos/cultura/cul211.htm
Massimo Introvigne, founder and director of the Center of Studies on New Religions in Rome, reveals the details of a 1759 document by Cardinal Lorenzo Manganelli, the future Pope Clement XIV, dispelling the myths of Jewish blood libel. And apparently Manganelli wasn´t the only to defend the Jews of Europe on this topic:
ResponderEliminarhttp://jewschool.com/2005/03/14/8920/popes-defended-jews-against-blood-libel/
http://jewschool.com/2005/03/14/8920/popes-defended-jews-against-blood-libel/Massimo Introvigne, founder and director of the Center of Studies on New Religions in Rome, reveals the details of a 1759 document by Cardinal Lorenzo Manganelli, the future Pope Clement XIV, dispelling the myths of Jewish blood libel. And apparently Manganelli wasn´t the only to defend the Jews of Europe on this topic:
http://jewschool.com/2005/03/14/8920/popes-defended-jews-against-blood-libel/
Massimo Introvigne, Cattolici, antisemitismo e sangue. Il mito dell'omicidio rituale. In appendice il voto del cardinale Lorenzo Ganganelli, O.F.M. (poi Papa Clemente XIV) approvato il 24 dicembre 1759 http://www.cesnur.org/2004/mi_ganga.htm
ResponderEliminarPara su información, goyim significa "rebaño". Y es completamente cierto (seguramente no ha leído el Talmud babilónico -pues El Talmud de Jerusalem fue rechazado por estos-...Así que, repito, si usd conociera el Talmud de Babilonia -Su composición se remonta al cautiverio babilónico) ya estaría enterado de todo el odio que profesan hacia los gentiles, pero más claramente hacia los cristianos). Razón por la que creo que usted, al defender a los "judíos" (que no son judios verdaderamente sino Edomitas) es porque usted mismo es iduneo, edomitas, sionista... Largo sería mencionar su relación y consangunidad con los Hazaros de origen turco, y que habitaron Rusia en su mayoría. -kazars, que son los mismos Cazares en español.
ResponderEliminarLos esenios sentían un rechazo hacia estos usurpadores de la cultura judía , y con razón les llamaron Kitim.... Así como muchos usd pretende saber lo que dijo Jesús o no? Que ignorancia tan atrevida!
De que Talmud leiste ésas mentiras..?
EliminarSos un idiota total y un antisemitismo. Los propios papá del cristianismo dijeron que fue un envento de los cristianos para justificar la matanza de los judíos.
Anda estudiar y después opinar.
Goyim significa naciones y en toda la religión judía la tora y la gmara (que es la talmud) adiós llama también al pueblo judío como goy (es de la palabra goyim).. seguro leiste otro libro falso que no tiene nada que ver con el talmud.. pero sos súper ignorante para entender. Ni tengo que mencionar que la talmud está escrita en arameo que es muy parecida de hebreo muchas palabras son casi iguales y de los misma letras Hebrea. Así que podes investigar directamente que significa cada palabra.
El que se hace llamar libre pensador, es un ignorante de tomo y lomo. Un antisemita repugnante. Los judíos jamás han hecho semejantes rituales y crímenes. Eso está en mentes corruptas como la de éste individuo .
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