En 2014
visité la India, y para conocer más de cerca la cultura de ese país, decidí ver
algunas películas de Bollywood (vi Mangal
Pandey, Tres idiotas y Lagaan, por pura casualidad, en las tres el
protagonista es Amir Khan). Al llegar a India, varios amigos indios me dijeron
que debía ver Sholay, la película
bollywoodense más taquillera y aclamada de la historia.
Sholay cuenta la historia de un policía
retirado que sufre violencia a manos de un psicópata (Gabbar Singh, el villano
más popular en India), y para vengarse, contrata los servicios de dos bandidos.
Previsiblemente, la trama no es muy compleja, pero el film sí da mucho de qué
hablar, no propiamente por su excelencia (no puedo decir que la película me
haya deslumbrado con su calidad, aunque tampoco es un film mediocre), pero sí
por las cosas que refleja.
La
película es una amalgama de melodrama, western y comedia. Las películas
bollywoodenses son típicamente melodramáticas, con bailes y canciones
incluidas. Pero, Sholay pretende ser
además la versión india del western espagueti, al incorporar numerosas persecuciones
ecuestres, y batallas con rifles y pistolas. Eso es relativamente tolerable.
Pero, lo insufrible es la comedia: en una escena, un carcelero se presenta como
una suerte de Hitler cómico, en una clara emulación de El gran dictador de Chaplin (incluyendo su deleite con el globo
terráqueo). Demás está decir que el efecto cómico es muy pobre. Para colmo, la
escena final es digna de Bruce Lee: el policía sin brazos, hace acrobacias en
el aire, y finalmente mata al psicópata.
El crítico Frederic
Jameson llama a estas mezclas ‘pastiche’,
y señala que en tiempos posmodernos, el capitalismo avanzado se ha quedado sin
ideas frescas, e inevitablemente debe recurrir a estos chorizos manufacturados
industrialmente. Quizás esto esté detrás de la mezcolanza en Sholay. Pero, sospecho que opera acá también
un problema de identidad. ¿Quiénes son los indios? En buena medida, una mezcla
de una antigua civilización hindú, un dominio musulmán mogol, y el imperialismo
británico. India es quizás, como ningún otro país asiático (más que China,
Japón, o el mundo árabe), el cruce de Occidente y Oriente. Esto puede ser
enriquecedor (y yo ciertamente soy entusiasta de este cruce), pero a la vez,
puede generar alguna ansiedad identitaria, y sospecho que la mescolanza en Sholay refleja mucho de esto.
Por otra parte, Sholay refleja muchos temas de la India
tradicional. Si bien muestra una apertura a Occidente apropiándose del género
western y la comedia slapstick, la
película puede entenderse como una oda al nacionalismo indio, el mismo que impulsa
al partido BNP, que hoy gobierna India. En ese nacionalismo, los musulmanes son
prácticamente ciudadanos de segunda, y en Sholay,
así queda reflejado. El único musulmán es un imam ciego que aguanta pasivamente
la violencia.
Sholay apareció
cuando India vivía una tremenda crisis política: el Estado de excepción de
Indira Gandhi. En aquella época, los gobernantes solicitaban grandes
sacrificios a la población. Y, éste es un tema recurrente en Sholay. Los personajes deben entregar algo,
en cumplimiento del deber. Los hindúes llaman a esto dharma. Por ejemplo, cuando el musulmán ciego contempla a su hijo
muerto, se lamenta de no tener más hijos para entregar a la causa colectiva de
su aldea. En otra escena, los bandidos, que originalmente iban a cobrar por su
trabajo, deciden servir gratuitamente a su jefe, en vista de todo lo que él ha
sufrido.
La película no
llega al extremo de presentar a Gabbar Singh como una alegoría de Pakistán,
pero sí se manifiesta el mensaje de que para prevalecer frente a sus enemigos,
India debe mantenerse unida y hacer sacrificios si es necesario. De hecho, el
tema de la unión es otro muy prominente en Sholay:
los dos bandidos se mantienen como grandes amigos hasta el final, y
precisamente gracias a su camaradería, abandonan su vida criminal y se redimen.
Los occidentales
erróneamente asumimos que la India es la tierra de paz y amor, de la no
violencia del Mahatma. Pero, tras mi visita a ese país, me di cuenta de que
Gandhi no es más que un monumento, eclipsado por las armas nucleares. El
nacionalismo indio puede ser muy agresivo, y
Sholay no escatima en glorificar la violencia. De hecho, en una escena, el
policía le dice a los campesinos de la aldea que él mismo cree en la no
violencia, pero frente a las agresiones de otros, el campesino debe fundir sus
herramientas para convertirlas en armas.
Como corolario del
nacionalismo indio, Sholay también
glorifica el ethos feudal, propia de
la era pre-británica. No se glorifica el sistema de castas, pero sí se exhibe
una aldea en la cual el policía (que en realidad funge como señor feudal)
ofrece protección, y los campesinos trabajan en latifundios que son propiedad
del señor, sin demostrar la menor inconformidad.
Y, como es de
esperar en una oda a la violencia y al nacionalismo indio, la mujer ocupa el
lugar que complace al tradicionalismo hindú. Un tema sensible en la India del
siglo XIX era si las viudas podían casarse o no. Los británicos aprobaron leyes
que permitían el matrimonio de las viudas, pero los estamentos más
tradicionalistas objetaron esta reforma. En la película, uno de los bandidos se
enamora de una viuda (nuera del señor feudal), y el señor feudal, en una
muestra de progresismo, no objeta que ella se case con el bandido. Pero, al
final, la película ofrece satisfacción a la audiencia tradicionalista: el
matrimonio nunca se consuma (tampoco el acto sexual), porque el bandido muere
en una balacera.
Sholay es
ciertamente una película que ha marcado hito, y merece la popularidad que
tiene. Pero, tengo la esperanza de que las nuevas generaciones de indios asuman
un ojo más crítico (del mismo modo en que, por ejemplo, los negros de EE.UU. lo
hacen con La cabaña del tío Tom). El
nacionalismo es una fuerza tremendamente destructiva (y hoy, con el BNP en el
poder, vuelve a crecer la semilla nacionalista hindú que tanta violencia
provocó hace dos décadas), y una manera de contenerla, es precisamente a través
de la crítica cinematográfica.
Intersante tu análisis. La industria cinematográfica ha tenido un papel importante en la construcción y/o reinvención de identidades nacionales. Latinoamérica es el mejor ejemplo. Lo que no me queda claro es tu petición de que los indios tengan "un ojo más crítico" ¿respecto a qué? Estimado, es Bollywood, un avatar de Hollywood, donde no importa qué se ofrezca con tal de generar dinero.
ResponderEliminarNo lo sé, pero habría que investigar si India también tiene un cine independendiente, menos "pastiche" y más personal.
Gracias por tu comentario. Pido que los indios tengan un ojo más crítico respecto a la propaganda nacionalista que se plasma en sus películas. Ciertamente es difícil (como también lo es en Hollywood), pero sospecho que sí se puede ograr algo. Y, creo que sí hay cine independiente indio, aunque no lo conozco. En verdad, no soy muy cinéfil, sólo recientemente he empezado a ver algunas películas.
Eliminar