jueves, 8 de enero de 2015

¿Por qué los chavistas apoyan a la revista francesa, pero reprocharon a la danesa?



            En 2005, el periódico danés Jyllands-Posten publicó una serie de caricaturas de Mahoma que generaron una explosión de ira entre musulmanes en todo el mundo. Hubo quema de edificios, y el saldo fue cerca de doscientos muertos. En aquella ocasión, muchos sectores de la izquierda latinoamericana (pero, sobre todo, del chavismo en Venezuela) reprocharon duramente al periódico danés por haber causado aquella tragedia, y simpatizaron con el furor musulmán. 

            Casi diez años después, en 2015, el periódico francés Charlie Hebdo ha publicado una caricatura de Mahoma. Ésta no generó la ira que despertó el periódico danés, pero sí hizo que los yijadistas asesinaran a editores y caricaturistas. En función de la respuesta que el chavismo ofreció en 2005, cabría esperar que, en esta ocasión, nuevamente reprochasen al periódico y mostraran alguna simpatía por los yijadistas. Pero, extrañamente, no fue así. Voceros del gobierno venezolano condenaron la violencia islamista (algo que no hicieron en 2005), y mostraron simpatías por la libertad de expresión.
            ¿A qué se debe ese cambio? En primer lugar, se debe a un claro y vulgar prejuicio. El periódico danés Jyllands-Posten tiene una clara línea derechista, anti-inmigración y pro-israelita. Jamás un chavista podrá simpatizar con un periódico así. En cambio, Charlie Hebdo tiene una línea izquierdista la cual, en la tradición política francesa, es crítica con todas las religiones, incluyendo el Islam. Los hechos de 2005 y 2015 son virtualmente idénticos, pero hay una diferencia sutil: en 2005, los caricaturistas eran derechistas, en 2015, los caricaturistas son izquierdistas. Cabría esperar que, en virtud de que se dibujaron prácticamente las mismas caricaturas, los chavistas reprocharan a ambos por igual, o los defendieran a ambos por igual. Pero, el chavismo no es el campeón de la consistencia, y prefiere anteponer sus prejuicios: atacar a la derecha y defender a la izquierda, a toda costa, sin importar cuán similares sean los escenarios.
            Hay otro factor que se debe considerar. En 2005, la actitud antagonista entre Occidente y el Islam era mucho más intensa. La llamada “guerra contra el terror” a manos de George W. Bush, con todos sus tonos islamofóbicos, estaba en pleno apogeo. Y, en aquella contienda, el chavismo tenía simpatías por todo lo que fuera anti-occidental, incluyendo el integrismo musulmán.
No obstante, después de la Primavera Árabe, y sobre todo, de la guerra civil en Siria, las cosas han cambiado. Insólitamente, tras el derrocamiento de dictadores seculares como Mubarak y Gadaffi, el gobierno de Barack Obama ha hecho algunas extrañas alianzas con grupos yijadistas en la región, especialmente en Siria (y, en menor medida, con los Hermanos Musulmanes en Egipto, y con el propio régimen de Irán).
            Por su parte, el chavismo, siempre fascinado con dictadores tercermundistas, ha defendido a capa y espada a Bashar Al Assad. Y, en tanto los yijadistas de Siria (quienes mantienen una tenue alianza con EE.UU., aunque luego hicieron surgir el monstruo del Ejército Islámico, al cual ahora Obama teme) luchan contra el dictador Al Assad, los chavistas ya no tienen las mismas simpatías que antes tuvieron por el integrismo musulmán. Así pues, a diferencia de lo que ocurría en 2005, ahora sí están más dispuestos a defender la libertad de expresión en medios occidentales, y a reprochar a los islamistas que buscan suprimirla, a fin de preservar su sensibilidad religiosa.

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