El
consenso entre los críticos de cine es que Más
corazón que odio, de John Ford, es el mejor western de todos los tiempos. Como de costumbre, suelo confiar en
el criterio de los críticos, y así, decidí ver esta película. Pues, además de
ser un clásico, es quizás la más conocida de las películas que protagonizó John
Wayne, ese icono de la cultura popular norteamericana.
La
película narra la historia de un soldado confederado (John Wayne) que, tras el
fin de la guerra civil norteamericana, regresa a visitar a sus familiares en
Texas. Estando allí, casi toda la familia es asesinada por una banda de indios
comanche, pero éstos se llevan a la sobrina del protagonista. Tras una búsqueda
de cinco años, el protagonista finalmente encuentra a su sobrina, pero descubre
que ésta se ha adaptado a la cultura comanche, y no quiere regresar a vivir en
la civilización. El protagonista queda indignado ante esto, y se propone
matarla.
No me
deslumbró el filme, pero es tolerable. Tiene algunos momentos que intentan ser
cómicos que, francamente, no quedan bien. Y, como cabría esperar de una
película de mediados del siglo XX, las actuaciones son un poco acartonadas. Por
otra parte, tiene escenas con escenarios estupendos, y el guion es bueno. En
líneas generales, es una buena película, pero yo no la colocaría entre las
mejores de todos los tiempos, a diferencia de lo que suelen hacer los críticos.
La
película ha generado mucha discusión por su aparente racismo. El personaje de
John Wayne odia a muerte a los indios (no sólo a los comanches). Y, hasta
cierto punto, John Wayne es una metáfora del eterno problema de EE.UU.: desde
su fundación, esa nación ha sido cuna de tensiones étnicas producto de muchas
injusticias históricas, y John Wayne, un símbolo americano por excelencia, no
estaría exento de ello.
Pero,
por supuesto, que una película tenga a un protagonista racista no implica que
la película sea racista en sí misma. El filme sería racista sólo si ese
personaje racista fuera glorificado. Ciertamente, en el filme, John Wayne
aparece con mucho derroche de carisma, pero no es del todo claro que el filme
sea un endoso de las actitudes racistas del personaje de Wayne.
La película narra
más bien el mutuo odio que el protagonista y el jefe de la tribu comanche
sienten mutuamente. Pero, a medida que avanza la trama, nos damos cuentas de
que ese mutuo odio es debido a violencias en el pasado. Ciertamente, al inicio
la película presenta a los indios como salvajes que arrasan con todo. Pero, al
final, en venganza, los blancos hacen algo muy parecido (arrasando un
campamento indio). El propio cacique indio, Cicatriz, explica que su odio
contra los blancos es debido a que, en el pasado, éstos mataron a dos de sus
hijos.
El personaje de
Wayne, incluso, siente algún interés por la cultura de los comanche, pues
conoce su lengua y algunas tradiciones. Da la impresión de que, si no hubiera
sido por violencias pasadas, tendría una mayor disposición a llevársela mejor
con ellos.
Hay otra cuestión
que, en cierto sentido, serviría para exculpar parcialmente a la película. En
estricto sentido, la palabra “racismo” se emplea para referirse a la idea de
que existen razas humanas, y que éstas tienen una relación de jerarquía entre
ellas. Un corolario de esto es que las características mentales de una persona
están inscritas en su código genético (que a su vez determina su raza). Así,
bajo esta idea, una persona que pertenezca a una raza siempre se comportará
como un miembro de esa raza, independientemente de que sea criado en otra cultura,
pues es su biología, y no el ambiente cultural, lo que realmente determina su
conducta. Un indio o un negro nunca podría ser asimilado a la civilización
occidental. Ésta fue una idea muy propia del llamado “racismo científico” del
siglo XIX.
La película, hasta
cierto punto, desmonta esta idea. Pues, la sobrina del protagonista, a pesar de
proceder de familia de gente blanca, es raptada por los comanche. Un racista convencional
esperaría que la muchacha nunca podría vivir como comanche, pues en sus genes
está la disposición a vivir como occidental. Pero, la gran sorpresa del
personaje de Wayne es que, precisamente, a pesar de ser blanca, la muchacha se
ha adaptado perfectamente a la vida entre los comanche, al punto de que no
quiere regresar.
Al final, no
obstante, la película sí parece regresar a la idea de que cada color de piel
debe corresponderse con cada estilo de vida (los de piel blanca deben vivir en
cabañas, y los de piel roja deben vivir en chozas). Pues, si bien Wayne decide
no matar a su sobrina, finalmente sí la logra convencer de que regrese, y así,
todo queda resuelto: los blancos con la cultura de los blancos, y los indios
con la cultura de los indios.
Pero, si bien
apenas lo hizo en una fase muy incipiente, me parece que Más corazón que odio sí sirvió para que, décadas después, otros westerns sí afirmaran mucho más la idea
de que es perfectamente posible para una persona de un color de piel, ajustarse
a la cultura de gente con otro color de piel, tal como hizo Kevin Costner en Danza con lobos.
Como curiosidad, esta fantástica película se tituló en España "Centauros del desierto"
ResponderEliminarMis padres me dicen que, acá en Venezuela, los Westerns de los 50 venían traducidos de España, pues creo que Franco incentivó mucho la traducción de Hollywood. Eso resultaba extraño, porque acá en América, asociamos el acento español con los curas. ¡Y, es muy extraño ver a John Wayne hablando como un cura!
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