La
ciencia ficción suele atraer a gente con mentalidad científica. Quizás ésa sea
la diferencia principal entre este género y la fantasía. En la fantasía hay
orcos, hadas y monstruos. En la ciencia ficción hay robots, alienígenas y
sociedades distópicas. A diferencia de la fantasía, que sencillamente presenta
imágenes sin considerar su plausibilidad, la ciencia ficción sí debe evaluar la
plausibilidad científica de los escenarios que presenta. Y, precisamente, para
poder hacer este análisis, se necesita una familiaridad con las reglas del
método científico.
Con
todo, hay películas de fantasía que se presentan como si fueran de ciencia
ficción. Orígenes es una de ellas.
Narra la historia de un científico que estudia la evolución del ojo, y se
enamora de una modelo con inclinación al misticismo. Tras una fase de romance,
la pareja empieza a tener discusiones debido a sus diferentes maneras de
entender el mundo (él racional, ella mística), y en medio de una de estas
discusiones, ella muere trágicamente en un ascensor.
En sus estudios del
ojo humano, el científico, junto a otros colegas, ha recopilado una base de
datos de ojos humanos de la población mundial, y descubre que en India, una
niña tiene exactamente los mismos ojos que su novia difunta. El científico
viaja a la India a corroborar esto, y si bien no tiene absoluta seguridad en
ello, varias circunstancias le hacen pensar que la niña es una reencarnación de
su novia.
En
apariencia, la película pertenece al género de ciencia ficción. Hay mucho
despliegue visual de tecnologías, y sus personajes son científicos que exploran
nuevas tecnologías (como, por ejemplo, una base de datos que compara todos los
ojos de la población mundial). Pero, al final, es más fantasía, pues confirma
la existencia de la reencarnación, sin rigurosamente someter esto a examen
científico.
Cuando
está en India, el protagonista tiene una conversación con una maestra, y ésta
le dice que el Dalai Lama una vez dijo que, si aparecía evidencia científica en
contra del budismo, él abandonaría su religión. La maestra le dice esto, para
retar al científico que acepte que, si encuentra evidencia de reencarnación, él
debe renunciar a su cosmovisión, y aceptar a la reencarnación como un hecho.
Pero,
¿cuál es la evidencia que el protagonista encuentra? Aparte de la identidad de
los ojos, el científico hace un breve examen a la niña. Le presenta una serie
de imágenes, y la niña tiene que escoger una (de cada tres) imagen que estuvo
asociada con la difunta novia del protagonista. Al final, la niña acierta en
algunas pruebas, pero se equivoca en otras. Pero, en la escena cumbre de la
película, la niña muestra una gran fobia a los ascensores, y esto queda
sugerido como si fuera la prueba definitiva de que, en efecto, se trata de un
caso de reencarnación.
Todo
esto es muy poco consistente con el método científico. De hecho, en el pasado
ya ha habido intentos pseudocientíficos de encontrar evidencia a favor de la
reencarnación, de forma bastante parecida a como se presenta en la película. El
intento más famoso procede del psiquiatra Ian Stevenson. Éste viajó por la
India recopilando historia de niños que supuestamente recordaban vidas pasadas,
y suministró exámenes parecidos a los de la película. Además, Stevenson buscó
niños que exhibieran marcas de nacimiento que, supuestamente, gente en el pasado
también exhibía (algo bastante parecido al concepto de la identidad de ojos,
explorado en la película), y a partir de eso, concluyó que se trataba de casos
de reencarnación.
Pero,
con mucha justicia, las investigaciones de Stevenson fueron vapuleadas por los
científicos. Stevenson no era lo suficientemente riguroso, y sobre la base de
meras anécdotas, o de una simple coincidencia en una marca de nacimiento, no se
puede concluir que se está frente a casos de reencarnación. De hecho, había altas
probabilidades de que los informantes de Stevenson le tomaran el pelo
(posiblemente para ganar el dinero que Stevenson ofrecía), y en sus exámenes,
Stevenson no fue lo suficientemente cuidadoso como para evitar que otras
variables interfirieran en los resultados.
Algo similar
ocurre en la película. El examen que se aplica a la niña es muy apresurado, y
ni siquiera arroja resultados contundentes. El protagonista debió haber
controlado el examen con otras variables para asegurarse de que no hubiera
trampa, o sencillamente, que la tasa de acierto no obedeciera a otras
variables. Hay muchas cosas que pudieron explicar por qué la niña respondió de
esa manera: pudo haber sido inducida inconscientemente por el propio científico
(algo similar a lo que ocurría con el famoso caso de Hans, un caballo que
supuestamente era un genio de las matemáticas), o las imágenes pudieron no
haber estado distribuidas de forma verdaderamente aleatoria. Hay muchas
posibilidades, ninguna de las cuales se controlan en la película.
La identidad de los
ojos tampoco nos diría gran cosa. Si hoy una persona nace con exactamente la
misma huella dactilar que otra persona ya difunta, no concluiríamos que se
trata de reencarnación. De hecho, muchos científicos advierten que nuestras
huellas no necesitan ser singulares; otra gente puede tenerlas (acá).
El gran
Carl Sagan nos recordaba: los alegatos extraordinarios requieren evidencia
extraordinaria. La reencarnación es un alegato sumamente extraordinario. Para
poder tomarla en serio, debe ofrecerse evidencia sumamente extraordinaria: un
caso aislado procedente de un examen poco riguroso con una niña en la India, no
es suficiente. Al final, si bien Orígenes
es una película entretenida, con buenas actuaciones y buena cinematografía,
contribuye a la desinformación y al cultivo de la pseudociencia. Los aficionados
de la verdadera ciencia ficción, deberían reprocharla duramente.
Hace poco les puse a mis alumnos de Latín, a lo largo de un mes, un montaje audiovisual de diez horas sobre las creencias de los romanos (maldiciones y vudú, señales divinas, mancias, destino, rueda de la fortuna, alma y espectros, licantropía). Incluye fragmentos de series y películas, no sólo del mundo antiguo, que ilustran esas creencias. Todas, con dos excepciones, juegan con la idea de que esas creencias se corresponden con hechos reales. En la última parte, que titulé "Filosofía", les doy todas las explicaciones científicas, pero algunos alumnos que conocían ciertas películas me decían cosas como: "¿Cómo se explica que la niña [de "El exorcista"] hablara en latín o girara del todo la cabeza?" Yo les respondía: "Porque el cine se nutre de estas creencias, pretende hacerlas pasar por acertadas porque eso es lo que vende".
ResponderEliminarEso es lo que le pasa a "Orígenes". Ni siquiera estoy seguro de que los guionistas de estas películas crean en lo que exponen. Las dos excepciones a que me refería en el párrafo anterior son "Suspense" ("The Innocents") y la serie "Roma" ("Rome"), que dan a entender que los fantasmas y los cumplimientos de las maldiciones sólo están en nuestras cabezas. Por el contrario, "Luces rojas" ("Red Lights") es, como "Orígenes", un firme alegato pseudocientífico, y no en vano tuvo como asesor a Manuel Carballal, magufo disfrazado de escéptico.
Yo vi "Luces rojas", en efecto, un auténtico monumento a la pseudociencia
EliminarMe parece inconsistente nombrar a tu tema "filosofía" cuando intentarás refutar las películas con argumentos científicos. Tomando en cuenta que filosofar y hacer ciencia no es lo mismo.
EliminarBurren, discrepo. Como también discreparían los filósofos Mario Bunge, Daniel dennett, Paul churchland, y tantos otros, quienes opinan que la buena filosofía es la que esta mas cercana a la ciencia
Eliminar“
ResponderEliminarhttp://www.emol.com/tendenciasymujer/movil/portadillas/detalle.asp?idnoticia=26803
Cuando era una mujer, tenía el pelo negro. Solía usar pendientes”. Así de claras son las descripciones que un niño de solo cinco años, Luke Ruehlman, hizo a sus padres, supuestamente recordando su vida anterior.
Tal como Erika, la madre del menor, señaló en la televisión local, en Ohio, el pequeño viene desde los dos años diciendo que recuerda cómo antes fue una mujer afroamericana, llamada Pam.
Por su parte, Erika agregó otros detalles sobre su hijo, señalando que el menor dice recordar cuándo sus padres le pusieron su nombre y cómo fue que llegó a ser un niño: “(Solía ser Pam) pero fallecí y me fui al cielo. Vi a Dios y Subí al cielo y vi a Dios. Él me regresó y al final él me devolvió aquí y yo era una guagua y tú me pusiste ‘Luke’”, comentó la mujer, recordando las palabras de su hijo.
Tal como informó The Huffington Post, y dadas las declaraciones del menor, que aseguraba también conocer Chicago pese a que nunca había estado ahí, Erika decidió investigar y así dio con la identidad de Pam Robinson, una mujer que falleció el año 1993, en un incendio en un hotel de esa ciudad.
La historia de este niño fue dada a conocer por un programa estadounidense, “Ghost Inside My Child” (Fantasmas dentro de mi hijo).
Ahora que mencionan a la película Luces Rojas, concuerdo en que es una producción que vale la pena revisar. Un aspecto positivo de esta producción es el reparto, el actor Leonardo Sbaraglia es quien más me llama la atención, pues lo he visto participar en otras películas y siempre logra personajes exitosos. En fin, esta película tampoco es mala creo que me agradará verla.
ResponderEliminarAlguna película parecida que me recomienden? Gracias
ResponderEliminarSi bien es cierto que para que algo sea científico tiene que regirse por el método científico, para determinar coherente mente la conclusión. Pero... partir de que el método científico es el único camino para acercarse a "la verdad", es un error epistemológico. Convoquemos a este argumento a Feyerabend y Kuhn, y continuemos con esta discusión. Me suena interesante que alguien mencione que personas de la comunidad científica se acerquen a ver la ciencia ficción, es incoherente que quienes tratan de argumentar estas películas quieran dar argumentos "científicos", pero eso responde a la alta demanda de la comunidad académica por únicamente validar lo "científico". Desconozco la posición del director de la película, pero asegurar que el método científico es lo único certero que existe, entonces comencemos a dialogar, pues estoy en contra.
ResponderEliminarNo entiendo muy bien lo que quieres argumentar. Pero, manifiesto que feyerabend y kuhn son personajes que desprecio mucho, y dirijo fuertes críticas contra ellos en mi libro "el posmodernismo vaya timo!"
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