jueves, 10 de enero de 2013

Pedro II, el último papa



            No fui bautizado, pero hice la primera comunión. Frecuentemente mis amigos católicos saltan a decirme que eso “no es posible”, pues según ellos, viola el orden de los sacramentos. En efecto, cuando me disponía a prepararme para la primera comunión, la maestra preguntó quién de nosotros en el salón de clase no estaba bautizado, a fin de bautizarlo antes de recibir la comunión. Un compañerito levantó la mano, y el resto de la clase se burló de él. Viendo lo que me esperaba si yo también levantaba la mano, decidí mentir.
            En la preparación para la primera comunión, la maestra de catecismo nos enseñaba cosas muy extrañas. Ella decía que se le aparecía el diablo en forma de niño cuando se iba a bañar. Para nosotros, aquello era, por supuesto, terrorífico pero emocionante a la vez. Pero, más terrorífico y emocionante me resultaba su enseñanza de que, en algún momento, llegará el último papa, cuyo nombre será Pedro. Después de eso, vendrá el apocalipsis. Habrá papas mientras dure la historia: el primer papa se llamará Pedro, y el último también. Por ende, cuando suba un papa con el nombre de Pedro, ya sabemos que viene el apocalipsis.
            Ahora, como adulto dedicado al estudio académico de las religiones, comprendo que la mentalidad de aquella maestra era emblemática de una división muy latente en el mundo católico. En Roma están los jerarcas que se dedican a formular y defender doctrinas oficiales que, en realidad, aburren al vulgo. En los pueblos, abundan más bien los católicos devotos que prefieren dedicar más atención a las curas milagrosas, los ataques de demonios y exorcismos, y las expectativas apocalípticas.
            La maestra nos había enseñado que la llegada del papa Pedro estaba predicha en la Biblia. En la universidad, por supuesto, supe que nada de eso estaba en la Biblia. Pero, ¿de dónde sacó la maestra esa fantasía? Eventualmente aprendí que procede de Malaquías, un oscuro santo irlandés del siglo XII.
            En el siglo XVI apareció un panfleto, atribuido al santo Malaquías (pero es muy disputable que el Malaquías original las haya redactado). Este panfleto contiene 112 frases cortas en latín, las cuales describen a los futuros papas, desde el año 1143 (la época durante la cual vivió Malaquías). Esto sería un clásico caso de profecías post hoc: el truco de escribir profecías después de que se han cumplido, dando la apariencia de poseer un conocimiento sobre el futuro. Así, el autor del panfleto en el siglo XVI daría descripciones correctas de papas que habían vivido desde el siglo XII hasta el siglo XVI, haciendo creer que fueron profecías hechas en el siglo XII, y cumplidas. Y, valiéndose de esa (falsa) credibilidad, haría predicciones sobre eventos futuros.
            Con todo, un sector de ese catolicismo popular al margen de la jerarquía, ha procurado buscar evidencia que ‘confirman’ las profecías de Malaquías. Las profecías no dan los nombres concretos de los papas, pero enuncian hechos que, supuestamente, concuerdan con algún aspecto relevante de la vida del papa en cuestión. Por ejemplo, del papa 110 en la lista de las profecías (el cual correspondería a Juan Pablo II), se dice apenas: “de labore solis (“de la labor del sol”). Pues bien, Juan Pablo II nació un día que hubo un eclipse solar, y el día de su entierre hubo también un eclipse solar.
Consideremos la profecía del papa 111 en la lista (correspondiente Benedicto XVI en el orden cronológico): “gloria olivae”, la “gloria de la oliva”. Este papa asumió el nombre de Benedicto. Y, el emblema de la orden de los benedictinos es la oliva. Estas coincidencias ocurren con todos los papas que se anuncian en las profecías de Malaquías.
 
En realidad, nada de esto debería resultar espectacular. El truco del autor de estas profecías, como el de Nostradamus (también un vidente del siglo XVI, de quien incluso se ha postulado que pudo haber sido el autor de las profecías de Malaquías), es elaborar enunciados escuetos y vagos, lo suficiente como para que sea bastante fácil encajarlos a cualquier personaje. Con un poco de esfuerzo, podríamos hacer encajar la lista de frases de las profecías de Malaquías, con la sucesión de presidentes de EE.UU., o mandatarios de cualquier otro país.
Con todo, la lista de Malaquías sí hace una profecía más precisa en torno al papa 112 de la lista. Se llamará ‘Pedro’. Si, al morir Benedicto XVI, el próximo papa no se llama ‘Pedro’, la profecía ya no tendría credibilidad. Lo interesante, no obstante, es que ese papa 112 es el último de la lista. Y, la frase que lo describe es: “en tiempos de extrema persecución de la santa Iglesia Romana, ahí estará sentado. Pedro el romano, quien cuidará a las ovejas en las tribulaciones; cuando hayan cesado, la ciudad de las siete colinas serán destruidas, y el terrible juez juzgará a su gente. El fin”.
 No creo que el próximo papa sea tan imbécil como para asumir el nombre de Pedro. Hacerlo así, crearía una histeria apocalíptica entre ese sector popular católico que, como mi maestra de catecismo, está muy atento a la llegada del juicio final, aun sin necesariamente saber de dónde procede la profecía sobre Pedro II. Al asumir otro nombre, sospecho que el próximo papa deslegitimará la profecía de Malaquías.
Pero, suele ocurrir en los movimientos apocalípticos, que frente al fracaso de alguna profecía o expectativa, sus participantes incurren en sendas disonancias cognitivas, y tratan de explicar por qué aparentemente fallaron las profecías. Pues bien, me atrevo a pronosticar que, cuando el próximo papa no se llame Pedro, ese sector entusiasta de las profecías de Malaquías sostendrá que, en realidad, el papa secretamente sí se llama Pedro, pero que asumió otro nombre públicamente, como parte de una conspiración para ocultar la llegada del apocalipsis. Los sociólogos que han estudiado de cerca los movimientos apocalípticos suelen señalar que, quienes conforman estos movimientos, son muy proclives a tener mentalidades paranoicas que formulan teorías de conspiración.
El hecho de que las profecías de Malaquías generen expectativas es sintomático de que, queda un grueso sector descontento en la Iglesia Católica. Los historiadores suelen recordarnos que los movimientos apocalípticos florecen en tiempos de desesperación. Juan de Patmos escribió las terroríficas descripciones del Apocalipsis, como medio de aliento a los perseguidos cristianos, y con la esperanza de que, con el juicio final, habría un nuevo inicio libre de corrupción. La reciente histeria en torno al calendario maya debió ponernos en alerta, no frente al hecho de que el mundo se acabaría el 21 de diciembre de 2012, pero sí frente al descontento colectivo que motiva a la gente a creer en estos eventos apocalípticos y depositar sus esperanzas en ello. La continuidad de la popularidad de las profecías de Malaquías también debería ser un llamado a evaluar por qué tanta gente está tan descontenta.

10 comentarios:

  1. Cuando comenzó el Papa Benedicto, había muchos sectores en la iglesia que estaban muy muy descontentos por este Papa tan "conservador" y estricto, tan ortodoxo y en la línea de hierro de la doctrina. Y pensé: bueno, al menos quienes están de acuerdo con esas cosas, estarán contentos...

    Hace como un año, descubrí, aquí en la red, que hay grupos católicos que consideran a este Papa, demasiado modernista, innovador, fuera de la doctrina, liberal, modernoso, osado y en peligro de heterodoxia, si ya no habiendo caído en ella por extremista e izquierdoso... No podía creerlo. Quedé con la boca abierta. Eso demuestra un dicho gringo: "To be with shit up to your ears is nothing compared to lie buried in shit".

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    1. Creo que hay varios grupos católicos que se separaron después del II Concilio Vaticano, porque consideran que Juan XXIII abrió la puerta a demasiada permisibilidad. ¡Vaya por Dios!

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  2. Me gustó este análisis sobre cómo las profecías pueden ser forzadas y maniatadas para crear miedo en los creyentes. El hecho es que hoy es un día importante, ya que el Papa Benedicto XVI tuvo la gentileza de renunciar. Ya veremos cual otro "representante de dios" ocupará su lugar y si ése -secretamente o no- se llame Pedro.
    Buen artículo Gabriel, con tu permiso lo recomendaré por "Librepensamiento Raguniano" en Facebook.
    Un abrazo,
    Rafael Baralt
    @raguniano

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    1. Gracias Rafael, y felicidades por tu blog, lo leo de vez en cuando.

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  3. Muy interesante artículo la verdad, Saludos de Ecuador

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  4. Excelente artículo. Me atrevería a hacer una pregunta al aire, entre tanto "representante de dios" , ¿cabrá en algún momento y lugar de la historia el nombre de Petra?

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    1. Gracias, hay la historia de que una mujer se hizo pasar por papa en la Edad Media, pero la mayoría de los historiadores concuerda en que se trata de una leyenda sin fundamento.

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  5. San Malaquias nunca escribio dichas profecias despues de 600 años de su muerte se la mal atribuyeron a este y no se saben quien. Algunos historiadores de la iglesia dicen que dichas profecias son falsas.

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    1. En el texto dejo bastante claro que, efectivamente, es poco probable que Malaquías sea el autor de esas profecías.

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