viernes, 8 de enero de 2016

Ramos Allup y los retratos de Bolívar

El nuevo presidente de la Asamblea Nacional en Venezuela, Henry Ramos Allup, hizo lo que se esperaba: sacó del hemiciclo las imágenes de Chávez. También como era de esperarse, Nicolás Maduro y los chavistas vieron ofensa en eso, y formaron un alboroto, con su habitual show mediático.
Si bien la forma en que Ramos Allup organizó la evacuación de las imágenes de Chávez fue un poco tosca (es el estilo habitual de Ramos Allup), luego explicó, con un criterio bastante razonable, que en la sede del poder legislativo, no puede haber iconos de cada bancada mayoritaria que llegue al poder.

            Ramos Allup, no obstante, no se limitó a sacar las imágenes de Chávez. También sacó el retrato fotográfico reconstruido de Simón Bolívar. En principio, no tengo objeción a esto. En Venezuela existe un culto a Bolívar, y sería muy sano que empecemos a desintoxicarnos de ese culto. Si bien Bolívar fue admirable en algunas cosas, fue también nefasto en otras. Y, en ese sentido, sacar las imágenes de Bolívar, es un acto de oportuna iconoclasia, en aras a la construcción de un sentido más crítico con nuestra propia historia.
            Ahora bien, el problema es que, extrañamente, Ramos Allup en realidad no tiene interés en desintoxicarnos del culto a Bolívar. Pues, el presidente de la Asamblea sólo sacó la reconstrucción fotográfica, pero mantuvo los retratos pictóricos originales. Y, acá es donde veo la incoherencia. Si vamos a acabar con el culto a Bolívar, deben sacarse todas sus imágenes del hemiciclo. Si vamos a conservar los retratos de Bolívar, ¿por qué no conservar la reconstrucción fotográfica?
            Pareciera que Ramos Allup ordenó sacar esa imagen fotográfica, no porque promueva el culto a Bolívar, sino sencillamente porque fue lograda por un gobierno que a él le desagrada. Eso es tremendamente mezquino. Independientemente de si esa reconstrucción fotográfica promueve o no el culto a Bolívar, lo cierto es que está muy bien lograda, y se basa en sólidas técnicas forenses.
            Algunos opositores alegan que, en realidad, el uso de esa imagen es mucho más perverso. Pues, aquella reconstrucción no buscó realmente reproducir la estampa original de Bolívar, sino más bien, hacer una nueva estampa con algunos rasgos parecidos a los de Chávez, que Bolívar no tuvo. Según estos alegatos, esa reconstrucción tiene ciertos rasgos negroides que coinciden con el zambo Chávez, pero no con el mantuano Bolívar.

            Yo francamente no veo prominencia de tales rasgos negroides en la reconstrucción. Pero, en todo caso, la noción de “rasgos negroides” es sumamente problemática. Tal como lo explico en mi libro Las razas humanas ¡vaya timo!, en la especie humana, a diferencia de otras especies, no hay razas claramente delimitadas. Ciertamente hay diferencias entre poblaciones, pero no es fácil aglutinar a esas distintas poblaciones en grupos raciales claramente definidos.
Si se toma un rasgo, se puede hacer una clasificación racial, pero si se toma otro, se puede hacer otra clasificación racial distinta. Se dice, por ejemplo, que esa imagen de Bolívar tiene una “nariz negroide”. Pues bien, la “nariz negroide” en realidad no existe. Entre los yoruba de Nigeria, la nariz chata y grande es muy común; pero entre varias tribus de Somalia, la nariz aguileña (estereotípicamente grecorromana) es más común. Bajo el criterio de la nariz, los somalíes pertenecerían a la misma raza que los mediterráneos, en vez de formar parte del mismo grupo racial de los yoruba.
Hay, además, otro problema muy notorio en las clasificaciones raciales: existen demasiadas poblaciones intermedias. Hay claras diferencias entre los kenianos y los suecos, pero si viajamos por tierra desde Kenia a Suecia, no hay un lugar en el cual podamos decir con precisión que, ahí termina la raza negra, y empieza la raza blanca. Más aún, España, el lugar originario de la familia Bolívar, es un país que ha atravesado numerosas invasiones (tanto del norte como del sur), de forma tal que es perfectamente viable que algunos españoles tengan rasgos que convencionalmente puedan clasificarse como “negroide”. Camarón de la Isla, por ejemplo, habría tenido una nariz muchísimo más negroide que la de la reconstrucción fotográfica de Bolívar.

Alguien podrá alegar que Camarón de la Isla era un andaluz, oriundo de una región próxima a África. En cambio, los Bolívar eran vascos, oriundos de un territorio al cual nunca llegaron los moros y otros invasores africanos. Esto es una gran mentira del nacionalismo vasco (el infame Sabino Arana popularizó estas estupideces): los vascos no son ninguna raza pura, y sí se mezclaron con poblaciones procedentes de África.

Pero, aun si se asumiera que, en efecto, los vascos son racialmente puros, aún queda alguna posibilidad de que Bolívar sí tuviera rasgos negroides. Pues, el abuelo de Simón,  Juan de Bolívar y Martínez, había intentado comprar un título nobiliario, pero no pudo demostrar la pureza de su sangre. Según parece, había dudas sobre el origen de su abuela (la tatarabuela de Simón), y desde entonces, se ha especulado que esa mujer pudo haber sido una esclava africana. Si esta hipótesis es verdadera, entonces Simón Bolívar habría tenido una tatarabuela negra, y no debería escandaliza tanto que aparezca una reconstrucción fotográfica con rasgos negroides, si acaso tal cosa existe.

2 comentarios:

  1. hola me gustaría me explicara de donde sale ... lo cierto es que está muy bien lograda, y se basa en sólidas técnicas forenses. Gracias

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    1. Un equipo de forenses españoles contratados por Chávez hace algunos años hicieron ese trabajo.

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