lunes, 15 de septiembre de 2014

Secesión sin nacionalismo: a propósito de Escocia



En varias ocasiones he debatido (con Roberto Augusto y otros) sobre el derecho a secesión. Y, por regla general, los interlocutores siempre reducen el derecho de la secesión a una dimensión nacionalista: región X puede separarse de país Y, si y sólo si, región X constituye una nación aparte, con una identidad firme, una historia aparte, una lengua propia, etc. Así, quienes se oponen, por ejemplo, a la secesión catalana, suelen decir que Cataluña siempre fue parte integral de España, o que el catalán no es propiamente una lengua, sino apenas un dialecto derivado del castellano, o que los nacionalistas catalanes han exagerado y construido artificialmente las diferencias culturales, etc.

            Yo simpatizaría con la secesión del Zulia respecto a Venezuela, pero de nuevo, quienes se oponen a este proyecto, continuamente me recuerdan que las diferencias culturales entre zulianos y el resto de Venezuela son muy pequeñas, que la vocación separatista zuliana es muy reciente y ha sido alimentada por poderes extranjeros, etc.
            Cuando respondo que Hispanoamérica y España tenían culturas similares y hablaban la misma lengua, pero que con todo, hubo justificación para la secesión, se me suele objetar que Hispanoamérica fue forzosamente incorporada al imperio español, y eso sí justificó la gesta independentista. A mí no me convence esto. Casi todos los países han conformado sus fronteras con alguna forma de conquista violenta (y la anexión de Cataluña al resto de España no es excepción).
            Pero, incluso, hay países que no fueron anexados forzosamente, y hoy se ve con simpatía sus reclamos secesionistas. El progresismo internacional ve con buenos ojos la hipotética secesión escocesa. Escocia se unió sin conquista (y, en cierto sentido, voluntariamente, aunque no hubo plebiscito) a Inglaterra en el siglo XVII. Y, como muy bien advierten los propios secesionistas escoceses, en su reclamo no hay ninguna dimensión nacionalista. Los escoceses son muy parecidos a los ingleses; su parecido es incluso, diría yo, mayor que el que los zulianos tienen con el resto de los venezolanos. En el próximo referéndum, Braveheart y toda la mitología nacionalista está ausente en la campaña secesionista. Su verdadero motivo es sencillamente económico y político: a los escoceses no les gusta cómo se está gobernando desde Londres, y además, opinan que el gobierno tiene una tremenda depredación fiscal.
            Los secesionistas no están alegando que su identidad cultural está en peligro, que no les dejan hablar su propia lengua, o que se está perpetrando un genocidio. A ellos les viene sin cuidado el nacionalismo clásico. Su preocupación es mucho más pragmática: dinero y poder. Ahora bien, si el progresismo internacional apoya este movimiento, entonces debe quedar claro que los movimientos secesionistas no necesitan una justificación nacionalista, ni tampoco la corrección de injusticias pasadas. Antes bien, cuando un colectivo decide separarse, por los motivos que sean, debe accederse a esa petición, a través de una consulta plebiscitaria.
            Esta es la teoría secesionista que a mí me parece más justa: la plebiscitaria. La secesión no necesita justificaciones nacionalistas. La única justificación necesaria es, sencillamente, la autodeterminación, y el deseo que cada pueblo tiene. Mis debatientes me suelen reprochar que esto llevaría a un escenario en el cual, cada vez que una aldea se quiera separar, invocaría el derecho de autodeterminación, y se separaría. A esto yo respondo: sí, ¿y qué? Si la aldea cree que ella puede sobrevivir por cuenta propia, debemos respetar su decisión de separarse. Si, después de la secesión escocesa, un pequeño municipio desea separarse del nuevo país Escocia, ¿por qué ha de impedírselo el gobierno escocés?
            Esta decisión, me temo, es propia de los territorios que pretenden la secesión. Los otros territorios no tienen nada que decir al respecto. Habría sido absurdo que los habitantes de Madrid en 1810 hubieran decidido si Venezuela se separaba o no del imperio español, como es también absurdo que los londinenses voten en el referéndum escocés. Hay, es verdad, el problema de que para lograr alguna secesión, es necesario violar la constitución del respectivo país, si ésta prevé inviolabilidad de la integridad del territorio. Pero, a mí me parece tremendamente injusto que una constitución incorpore un principio como ése, pues de un plumazo, elimina el derecho de autodeterminación a los pueblos. ¿Podríamos imaginar negar el derecho a la autodeterminación tibetana, por el mero hecho de que, en un futuro, los chinos redacten una constitución en la cual se dice que el Tíbet es una provincia china, y que no hay derecho a la secesión? Aun si, además del resto de los chinos, los tibetanos votaren en un referéndum para esa constitución, sería terriblemente injusto suprimir el derecho de autodeterminación de los tibetanos con un plumazo.
            El progresismo internacional apoya la secesión escocesa, entre otras cosas, por el hecho de que se ve como una descolonización más, y en este caso, muy significativa, pues se trata del desmembramiento de lo que queda del odioso imperio británico. Pero, el progresismo internacional debería ser más consistente en sus principios, y debería apreciar que esto también rige a muchas otras causas secesionistas que son odiosas a la propia izquierda. Pienso, especialmente, en el proyecto secesionista de Santa Cruz en Bolivia, y el del Zulia, en Venezuela.
Aun si los zulianos no tenemos una verdadera identidad nacional separada de Venezuela, no somos ciudadanos de segunda, y no fuimos forzosamente anexados a Venezuela, con todo, tenemos el privilegio de proponer la secesión para evitar que nuestro petróleo e impuestos se vayan a Caracas, y para evitar seguir siendo víctimas de los desaciertos del actual gobierno venezolano, que dicho sea de paso, atraviesa una crisis de legitimidad. Si los escoceses pueden hacerlo, sin tolerar que los ingleses los llamen traidores a la patria y fascistas, ¿por qué no podemos tener nosotros los zulianos ese privilegio?

1 comentario:

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