Los testimonios paganos sobre Jesús no son contundentes. Pero, queda aún
otra fuente no cristiana que parece atestar la existencia de Jesús. Se trata
del historiador judío Flavio Josefo. Josefo fue un combatiente en la rebelión contra
los romanos. Según él mismo nos narra, fue acorralado en una cueva por los
romanos. Acordó con sus seguidores que se suicidarían, y así, se fueron
suicidando uno por uno. Pero él logró convencer al último guerrillero que
quedaba, de que no se suicidasen, y se entregasen a los romanos. Al ser hecho
prisionero por los romanos, se encontró con el general Vespasiano. Josefo le
dijo a Vespasiano que Dios le había revelado que él (Vespasiano) sería
emperador. Efectivamente, después de unas intrigas en Roma, Vespasiano se hizo
emperador, y premió a Josefo con una pensión considerable.
Desde su cómoda
posición, Josefo escribió las Antigüedades
de los judíos en el año 93, una crónica sobre la historia del pueblo judío.
Ahí, aparentemente, se refiere a Jesús en dos ocasiones. La primera de las
referencias es ésta: “Por
este tiempo apareció Jesús, un hombre sabio, si es que es correcto llamarlo
hombre, ya que fue un hacedor de milagros impactantes, un maestro para los
hombres que reciben la verdad con gozo, y atrajo hacia Él a muchos judíos y a
muchos gentiles además. Era el Cristo. Y cuando Pilato, frente a la denuncia de
aquellos que son los principales entre nosotros, lo había condenado a la cruz,
aquellos que lo habían amado primero no le abandonaron ya que se les apareció
vivo nuevamente al tercer día, habiendo predicho esto y otras tantas maravillas
sobre él los santos profetas. La tribu de los cristianos, llamados así por él,
no ha cesado de crecer hasta este día” (Antigüedades de los judíos 18,3,3).
Con esta referencia, Josefo nos estaría
dando un testimonio claro de que Jesús sí existió. El problema, no obstante, es
que el texto parece ser una interpolación. Josefo era un judío convencional que
no aceptaba que Jesús fuese el Mesías. De hecho, él se expresa de forma
despectiva respecto a otros personajes que tenían pretensiones mesiánicas. Por
ello, resulta muy extraño que se exprese de Jesús llamándolo “el Cristo”,
aceptando que hacía milagros y que se le apareció ya resucitado a los discípulos.
Con toda seguridad, podemos inferir que
algún copista cristiano, al leer el texto original de Josefo, añadió este
pasaje para hacer creer que Josefo no sólo daba noticias sobre Jesús, sino que
también daba testimonio sobre sus grandes hazañas. Pero, es disputado si el
pasaje en su totalidad es una interpolación, o sólo algunas frases. Pues, es
plausible que éste sea el pasaje original de Josefo: “Por este tiempo apareció
Jesús, un hombre sabio, y atrajo hacia él a muchos judíos. Y cuando Pilato, frente
a la denuncia de aquellos que son los principales entre nosotros, lo había
condenado a la cruz, aquellos que lo habían amado primero no le abandonaron. La
tribu de los cristianos, llamados así por él, no ha cesado de crecer hasta este
día”. El copista habría interpolado sólo algunos fragmentos que magnifican la
figura de Jesús. Pero, en el pasaje original, Josefo habría dado testimonio de
la existencia de Jesús, sin magnificarlo.
Hay razones para pensar que el texto
reducido sí es original de Josefo. El especialista Antonio Piñero es de la
opinión de que, en vista de que Josefo narra esto en un contexto en el cual
presenta negativamente a otras figuras mesiánicas, el copista no habría
interpolado la referencia a Jesús en ese lugar, sino que habría elegido otro.
Si el copista interpoló el texto, ha de ser porque ya Josefo originalmente
mencionaba a Jesús. Y, además, los filólogos nos aseguran que el pasaje de
Josefo mantiene un flujo natural si se lee sin las adiciones a las cuales ya me
he referido.
Algunos críticos alegan que, hasta el
siglo IV, ningún apologista cristiano menciona el testimonio de Josefo. Sólo a
partir de la Historia eclesiástica de Eusebio, empiezan a
aparecer menciones del testimonio. Y, se presume, pudo haber sido el mismo
Eusebio (un autor que, según consta, no fue muy honesto al narrar historias)
quien lo forjó. Esto sería señal de que, antes del siglo IV, en los manuscritos
de Josefo no había referencias a Jesús.
Pero, a esto, cabe responder que,
precisamente porque Josefo originalmente discute a Jesús en el contexto de
figuras mesiánicas sobre las cuales se expresa negativamente, los apologistas
no habrían buscado citar a Josefo, pues habrían dado voz a un autor que no se
expresa del todo favorable a Jesús. Además, las disputas de los tempranos
apologistas no tenían casi nada que ver con la existencia o no de Jesús (según
parece, incluso los mismos opositores al cristianismo admitían que sí hubo un
Jesús histórico). Y, en el testimonio original de Josefo, no hay mucha
información relevante sobre Jesús, más allá de su existencia. Eusebio pudo
haber sido el artífice la interpolación, pero el pasaje original ya mencionaba
a Jesús.
Además, hay aún otra referencia a Jesús
en las Antigüedades de los judíos.
Dice así: “Ananías
era un saduceo sin alma. Convocó astutamente al Sanedrín
en el momento propicio. El procurador Festo había fallecido. El sucesor,
Albino, todavía no había tomado posesión. Hizo que el Sanedrín juzgase a
Santiago, el hermano de Jesús llamado el ‘Cristo’, y a algunos otros. Los acusó
de haber transgredido la ley y los entregó para que fueran apedreados”
(Antigüedades de los judíos 20,9,1).
Frente a este pasaje, los críticos alegan
que pudo tratarse de otra interpolación (si no todo el pasaje, al menos sí la
frase “el hermano de Jesús”), como refuerzo de la primera. Esto parece un
recurso ad hoc sin fundamento. Si el
copista interpoló nuevamente, ¿por qué hizo una referencia tan modesta a Jesús?
A diferencia de la primera referencia, ésta se limita a mencionar a un Santiago
que es hermano de Jesús, sin títulos grandilocuentes. Otros críticos alegan
que, si bien el pasaje puede ser original, no necesariamente se refiere al
Jesús que nosotros tenemos en mente, pues ese nombre era bastante común. En
aquel contexto, pululaban figuras con pretensiones mesiánicas, y no sería
sumamente improbable postular que, quizás, había otro Jesús que también era
llamado el ‘Cristo’, y que tenía un hermano llamado Santiago. De hecho, el
mismo Josefo nos da testimonio de un tal ‘Jesús hijo de Ananías’, quien,
aparentemente, profetizaba la destrucción de Jerusalén.
Ciertamente ‘Jesús’ era un nombre común en la Palestina del siglo I.
Pero, tenemos noticias de que el líder de la temprana comunidad cristiana era
un tal Santiago, llamado el “hermano del señor” (Gálatas 1:19; Marcos 6: 3;
Mateo 13: 55). Puede ser que, en efecto, no fuese tan difícil que un tal Santiago
fuese hermano de un tal Jesús. Pero, a partir del testimonio de Pablo en
Gálatas, y del relato de Hechos 15, podemos inferir que Santiago, en tanto
líder de la temprana comunidad cristiana, era una figura conocida. Y, si Josefo
lo menciona, entonces sí debió ser notorio, y eso aumenta las posibilidades de
que se refiriera al mismo Santiago.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarLa verdad es que después de leer esto, tengo mis dudas acerca de la existencia de un mísero texto extrabíblico que dé testimonio de un Jesús histórico. Lo que dije al comentar la película de Barrachina: una figura insignificante... durante su vida.
ResponderEliminarAsí es...
Eliminarmuy buen texto me a ayudado a superar mi problema de fimosis
ResponderEliminargracias a estos textos que relatan la existencia de jesus e decidido cambiar mis creencias y volverme rojo para convertir mis enemigos en jabón
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