viernes, 1 de febrero de 2013

¿Puede un ateo pedir la bendición?



           El relato sobre la bendición que Jacob roba a Esaú siempre me ha resultado intrigante. El viejo Isaac está moribundo, y se dispone a bendecir a su hijo predilecto, Esaú, el velloso. Con la ayuda de su madre, Jacob (el hermano de Esaú), se viste con el vellón de unos corderos, y así, engaña a su padre, pues cuando Isaac toca a Jacob, cree que es Esaú. Así, inadvertidamente, Isaac bendice a Jacob. Luego el propio Isaac se da cuenta de que ha sido engañado, pero dice que ya ha concedido su bendición, y no hay marcha atrás.
¿No pudo el viejo Isaac bendecir a los dos hijos, y se acababa el problema? Si tanto prefería a Esaú, ¿no pudo sencillamente haber derogado su anterior bendición, y haberla concedido a Jacob? A partir de todo esto, pareciera que esta bendición funciona como un acto mágico: las palabras tienen poder, y una vez que se pronuncian, manipulan directamente la realidad, y sus efectos ya no son derogables. La bendición de Isaac no es un mero acto simbólico. Si así habría sido, Isaac sencillamente hubiera corregido su error anterior. Antes bien, la bendición de Isaac es como una suerte de hechizo. Es como si sus palabras tuvieran una propiedad mágica que da fortuna a quien las reciba, independientemente de quién se trate. Ha de admitirse que el texto bíblico advierte que la bendición no consiste sólo en pronunciar palabras, sino también en conceder beneficios económicos y políticos. Pero, aun así, Isaac se rehúsa a dar la bendición a Esaú.
            A inicios del siglo XX, el gran antropólogo Sir James George Frazer trató de establecer una distinción nítida entre la magia y la religión: la primera busca manipular directa e instantáneamente la realidad (y para ello acude a fórmulas rituales que reposan sobre un entendimiento erróneo de la causalidad), mientras que la segunda consiste más bien en una súplica a los dioses para que actúen a favor de los suplicantes.
            La obra de Frazer es sumamente estimable, pero me parece que su nítida distinción no es acorde a la realidad. Muchas religiones están impregnadas de conceptos mágicos. La historia de la bendición de Isaac (común tanto al judaísmo como al cristianismo) tiene un claro componente mágico. En la medida en que Isaac hizo el ritual adecuado, Jacob se impregnó de una misteriosa propiedad que lo beneficiaría (a pesar de que se invoca a Dios en la bendición).
            Frazer opinaba que la magia y la religión son etapas embrionarias de la ciencia. Su expectativa, como la de los positivistas, era que eventualmente la magia y la religión desaparecieran, pues eran sencillamente intentos errados por desear controlar el mundo. Yo comparto la opinión de Frazer: me parece que la magia es una suerte de delirio: el mago se empeña, en contra de la más elemental evidencia, de postular relaciones causales que sencillamente no existen. Asimismo, me parece muy inverosímil la existencia de dioses o fuerzas sobrenaturales.
            Pero, con todo, yo pido la bendición a mis padres diariamente. Cuando la gente me observa realizar este ritual, frecuentemente me pregunta: “¿si eres ateo, ¿por qué pides la bendición?”. La pregunta tiene mucho sentido: si yo no creo en poderes sobrenaturales, ¿por qué solicitar que mis padres derramen sobre mí tal poder, de la misma forma en que Isaac lo hizo sobre Jacob?
            La respuesta es muy sencilla: cuando pido la bendición, sencillamente acudo a un gesto simbólico, no a un ritual de magia. En América Latina, es una muestra de cariño y respeto pedir bendición a los familiares mayores. Pero, a diferencia de Isaac, si mis padres inadvertidamente conceden esa bendición a un extraño, no será irreversible. Cuando mis padres me bendicen, sencillamente están expresando su amor hacia mí: no están derramando ninguna propiedad mágica intrínseca. Bendecir a otro será como dirigirle la palabra a otro por error, nada más.
            Ahora bien, si el acto de pedir y ofrecer la bendición es (al menos en mi caso) estrictamente simbólico, ¿acaso no podría ser la magia también un proceder simbólico que no necesariamente busca manipular directamente la realidad mediante una confusión de causas y efectos?
            El antropólogo Stanley Tambiah ha defendido esta postura. Allí donde Frazer veía a la magia como un intento fallido por transformar directamente el mundo, Tambiah ve la magia más bien como un despliegue de símbolos que sencillamente busca enunciar mensajes. Para Frazer, la magia es un intento fallido de ciencia. En cambio, para Tambiah, la magia no es comparable con la ciencia, sino más bien con la retórica. Un ritual mágico (como pedir la bendición) no busca propiamente ser eficaz en su manipulación de la realidad, sino sencillamente comunicar algo con gestos no verbales.
            Frazer opinaba que la magia funciona sobre la base de dos principios: la homeopatía y el contacto. El primer principio supone que las cosas que se parecen tienen una estrecha relación entre sí. Así, se puede perjudicar a una persona manipulando una figurilla que la represente, o con su nombre escrito sobre un papel. El segundo principio supone que las cosas que estuvieron en contacto, también guardan una estrecha relación entre sí. Así, se puede perjudicar a una persona destruyendo alguna de sus pertenencias abandonadas. Frazer insistía en que estos rituales son un intento fallido por manipular directamente la realidad.
            Tambiah, en cambio, opina que aun los principios de homeopatía y contacto tienen una función principalmente retórica. Por ejemplo, al quemar la figurilla de una persona, se está empleando una metáfora que expresa el odio por esa persona, y no se está buscando propiamente la destrucción directa de esa persona por media de esa acción.
Del mismo modo, al quemar la pertenencia de una persona, se emplea una metonimia (el tropo mediante el cual se hace referencia a un elemento, mediante la mención de algún elemento relacionado): así como hablamos de ‘la corona’, para referirnos al rey, podemos quemar una corona para expresar nuestro odio por el monarca, comprendiendo perfectamente bien que ese gesto no tendrá una consecuencia inmediata sobre la fortuna del rey.
Si la tesis de Tambiah es correcta, entonces la magia no es tan irracional como supuso Frazer. Creo que el aporte de Tambiah ha sido oportuno para moderar el abuso en el que pudo haber incurrido Frazer. Este gran antropólogo procedía de un contexto imperialista, demasiado presto a colocar en posición de inferioridad intelectual a los pueblos no occidentales. Tambiah ha ofrecido una palabra de advertencia: antes de apresurarnos a juzgar como irracional una acción, debemos indagar más al respecto, pues quizás al descubrir mejor el contexto en el cual se realiza esa acción, comprenderemos que en realidad tal acción no es irracional.
Tambiah hace algo parecido a lo que hacía el filósofo John Austin respecto a las palabras. Antes de apresurarnos a declarar como ‘falsas’ o ‘verdaderas’ algunas proposiciones, debemos advertir que, dependiendo de cómo se usen esas palabras en su contexto, quizás no persigan la función de enunciar algo sobre el mundo, sino más bien buscan transformarlo directamente.
La interpretación de Tambiah salvaguardaría a los ateos que piden la bendición a sus padres: no se trata de un acto mágico de manipulación directa de la realidad, sino de un acto simbólico. Con todo, me parece que la misma interpretación de Tambiah también se presta a abusos. Así como Frazer no tuvo la capacidad de apreciar el despliegue simbólico de algunos ritos, existe también el peligro de conceder demasiado espacio a lo simbólico, y pasar por alto la pretensión de eficacia de manipulación directa de muchos ritos.
Los católicos convencionales no estarán dispuestos a admitir que la consagración de la hostia es un mero acto simbólico. Antes bien, estiman que, en función de dogma de la transustanciación, las palabras del cura ‘mágicamente’ (a pesar de que los católicos seguramente no aceptarán esta palabra) transforma un pedazo de pan en el creador omnipotente del universo. Del mismo modo, me parece que la mayoría de los hechizos mágicos buscan manipular directamente la realidad, y no limitarse a ser meros actos simbólicos. Por ello, estimo, la teoría de Frazer se ajusta a un mayor número de casos, que la teoría de Tambiah.
Así como Frazer estuvo inmerso en un contexto imperialista, y por ello estaba demasiado dispuesto a colocar en posición de inferioridad intelectual a los no occidentales, hoy los antropólogos están en un contexto post-colonialista, y por ello están dispuestos a salvaguardar a toda costa a los no occidentales. Frente a tantas prácticas y creencias irracionales, hoy los antropólogos hacen malabares interpretativos para convencer a la gente de que, en realidad, todas estas prácticas y creencias son gestos simbólicos.
Con estos malabares interpretativos, muchos de estos antropólogos terminan proyectando sus propias ideas sobre los pueblos nativos, muchos de los cuales no están dispuestos a admitir que sus acciones no persiguen una eficacia causal directa. Creo que, muy difícilmente, el practicante de la religión vudú opinará que su práctica de insertar alfileres sobre muñequitos es apenas un recurso retórico para expresar odio a los enemigos. El practicante del vudú pretende algo más, y claramente conduce su acción por un entendimiento erróneo de la causalidad. Enfoques simbolistas como el de Tambiah pueden ajustarse al caso de un ateo que pide la bendición a sus padres, pero me temo que, para la mayoría de rituales mágicos, las teorías de Frazer siguen siendo las más acertadas.

3 comentarios:

  1. Si eres ateo
    ¡para que te ocupas de las cosas de Dios!

    Si que eres contradictorio

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Si obedeces la ley, ¿para qué te ocupas del crimen? Si eres adulto, ¿para qué te ocupas de los niños? Si eres ser humano, ¿para qué te ocupas de los animales?

      Eliminar
  2. Si te pide la bendición un hijo tuyo, sobrino, nieto, etc. ¿la respondes como acto simbólico? ¿cambias la oración "Dios te bendiga" por alguna otra? ¿le enseñas a no pedir la bendición por tu capacidad de influir como pariente que está más alto en el árbol genealógico? ¿Le explicas otra forma en la que puedes trasmitir sus buenos deseos, si es así, lo enseñarás a que lo hagan diariamente cuando se encuentren y despidan o en casos que se amerite?

    ResponderEliminar