El
psicólogo Satoshi Kanazawa atrae polémica. Dijo que las mujeres negras son
menos atractivas. Por este comentario, sus jefes en la London School of Economics le
prohibieron publicar artículos en revistas no arbitradas, y tuvo que pedir disculpas
públicamente por su comentario racista.
Anteriormente,
Kanazawa había sostenido que existen firmes razones biológicas para explicar
por qué los musulmanes son más propensos a cometer actos terroristas suicidas.
Su explicación es la siguiente: en el Islam, está permitida la poliginia. Eso
propicia que quede un sector de la población joven masculina sin posibilidad de
reproducirse (pues, los hombres más poderosos acaparan más mujeres, y así,
queda un déficit de mujeres para los hombres menos poderosos). Esta frustración
crece, y eventualmente, se materializa en actos violentos.
La
explicación evolucionista parece clara: pasan sus genes aquellos que tienen un
impulso sexual, y eso explica que hoy nosotros conservemos ese impulso,
heredado de nuestros ancestros. Quienes no logran aparearse, deben desarrollar
otras estrategias para conseguir mujeres. Y, así, según Kazanawa, la evolución
favorece conductas violentas entre jóvenes que se quedan sin mujeres, como
compensación de su falta de acceso sexual. Esto explica su violencia.
La
explicación de Kanazawa es demasiado forzada. Bajo su hipótesis, las sociedades
con poliginia son más violentas, pero no creo que haya evidencia contundente de
esto. Los mormones practicaron la poliginia hasta inicios del siglo XX. Hubo,
es verdad, conflictos militares contra los mormones en los inicios de esa
religión, pero luego la poliginia ha sobrevivido en algunas sectas mormonas, y
con todo, no se evidencian niveles patológicos de violencia entre los jóvenes
que se quedan sin mujeres.
La
hipótesis de Kanzawa, además, enfrenta el problema del suicidio. Podríamos tentativamente
aceptar que la conducta violenta es seleccionada por la evolución como
estrategia para transmitir mejor los genes (una versión de esta controvertida hipótesis
ha sido defendida por Napoleon Chagnon, en sus estudios sobre los yanomamis).
Pero, ¿de qué forma es el suicidio
una estrategia eficaz para pasar genes? El joven que se suicida en un acto
terrorista muere sin dejar descendencia, y no pasa sus genes suicidas a la
siguiente generación. Si su conducta violenta busca conseguir más mujeres a la
fuerza, obviamente no logra su propósito, pues su acto violento también conduce
a su propia muerte. Vale admitir que el suicidio podría tener una ventaja
adaptativa, pero sólo bajo la forma de ‘selección de parentesco’ (con un
suicidio altruista, se puede ayudar a los parientes, y esto ayuda a perpetuar
los genes a través de ellos), pero es evidente que en los ataques suicidas
musulmanes, los jóvenes no se entregan para ayudar a sus parientes, sino a todo
el Islam (aunque, vale también admitir que las familias de mártires gozan de
cierto prestigio en algunos sectores del Islam). Y, además, ¿cómo explicar que
cada vez más, las mujeres participan como mártires?
Kanazawa
ha crecido en infamia por abusar las teorías de la psicología evolucionista,
para tratar de explicar fenómenos muy dispares. Él es uno de los responsables
de llevar a la psicología evolucionista hacia el campo de las teorías ‘just so’, y corre el peligro de
convertir la psicología evolucionista en una teoría no falseable (como el
psicoanálisis o el marxismo).
Pero,
eso no debe conducirnos hacia el campo de lo políticamente correcto, y obligar
a Kanazawa a disculparse por arrojar hipótesis exploratorias que son al menos
coherentes con muchos otros datos científicos. La verdad es la verdad. Si
ofende, pues mucho peor para los ofendidos. La consecución de lo políticamente
correcto destruye la búsqueda de la verdad.
El
fenómeno de la violencia en el Islam es sumamente complejo. Hay factores
religiosos, sociológicos, políticos, económicos e históricos de mucho peso. No
puede reducirse a la biología. Pero, tampoco podemos, de antemano, rechazar el
peso de las explicaciones biológicas. Sabemos que la mayor parte de los
terroristas suicidas son jóvenes y hombres. Dudo de que estas variables biológicas
sean meras coincidencias. Desde hace años se ha manejado la hipótesis demográfica:
cuando crece la densidad de la población, sobre todo los jóvenes, suele
aparecer la violencia, pues el desempleo propicia que la violencia acumulada de
los jóvenes se canalice. No en vano, la franja de Gaza es una de las zonas más
densamente pobladas del mundo, y de la cual surgen la mayor parte de los jóvenes
terroristas suicidas. Pues bien, si las variables demográficas pueden invocarse
para explicar la prevalencia de jóvenes terroristas, no veo por qué no puedan
invocarse variables biológicas para explicar la prevalencia de jóvenes hombres
solteros en actos violentos. Seguramente la explicación de Kanazawa es errónea,
pero eso no implica que debamos abandonar la búsqueda de factores biológicos.
Totalmente de acuerdo: hay que huir de lo políticamente correcto y prestar atención a las tesis que se postulen, por mucho que duelan. Rechazar con argumentos esas tesis, como haces tú, no tiene nada que ver con la histeria que desencadenan entre los políticos, las feministas y demas manipuladores de la ignorancia.
ResponderEliminarA mí particularmente no me convence el razonamiento de Kanzawa, sobre todo porque el Islam es un fenómeno cultural, demasiado reciente como para que sobre la población muslmana haya operado la selección natural (o sexual). Si es que lo he entendido bien.
Has entendido perfectamente...
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