Con frecuencia escucho la letanía de que la modernidad, la Ilustración, y la exaltación de la racionalidad, han sido la catástrofe de Occidente. Fue ésta la tesis de Adorno y Horkheimer, y así inspiraron a la Escuela de Frankfurt. Más recientemente, Zygmunt Bauman escribió un libro, Modernidad y holocausto, en el cual culpaba al pensamiento moderno heredero de la Ilustración, de la monstruosidad del holocausto. Se formó así la idea de que la modernidad, lejos de conseguir la paz perpetua que optimistamente había anunciado Kant en el siglo XVIII, más bien ha traído la mayor ola de destrucción conocida por la especie humana.
Los
argumentos de Bauman en ese libro son interesantes. Ciertamente, la
mecanización de la jornada laboral, el distanciamiento de las relaciones
sociales, el cálculo racional de objetivos predeterminados, etc., pudieron
haber contribuido a la monstruosa empresa del holocausto. Pero, sigo
resistiendo la idea de que la Ilustración y la modernidad son culpables del
holocausto. Más bien, fue la falta de
modernidad y el abandono de la Ilustración
lo que condujo a esa gran tragedia. Y, contrario a Bauman y a sus precursores, sostengo
que la modernidad sí ha cumplido su promesa de darnos un mundo mejor e,
incluso, más pacífico.
Es fácil
burlarse de lo que acabo de sostener, pues inmediatamente alguien podrá alegar:
¿cómo puede sostenerse que la modernidad ha traído más paz, al contemplar la
monstruosidad de Auschwitz? Pues bien, el psicólogo Steven Pinker ha recién
publicado un libro que, me parece, refuta muchos de los mitos de Bauman y sus
seguidores.
The Better Angels of Our Nature, el
libro de Pinker, defiende con un vasto conjunto de datos empíricos, la idea de
que hoy somos menos violentos que en épocas pasadas, y que las sociedades
modernas de Occidente son menos violentas que las sociedades del Tercer Mundo. Sí,
hubo más de setenta millones de muertos en la Segunda Guerra Mundial, en el corazón
de la Europa civilizada. Pero, Pinker advierte que, proporcionalmente respecto
al tamaño de la población, la violencia en el siglo XX ha sido menor que en
épocas pasadas.
Se
podría alegar que esos números no son indicativos de que hemos reducido la
violencia, sencillamente indican que nos reproducimos más. Yo discrepo. El
número relevante es la probabilidad de recibir una muerte violenta, y ese
número hoy es menor en Occidente que hace tres siglos, o que en una sociedad
contemporánea no occidentalizada. Universalmente se mide la tasa de homicidio
en proporción a la población de cada país, lo mismo debe hacerse con el número
de muertes violentas en conflictos.
Pero, no
sólo han mejorado los números en bruto. Pinker también documenta cómo ha habido
un vuelco hacia una conciencia más humanitaria. Ya no hay tantos castigos
brutales, venganzas o espectáculos sangrientos. Cierto, queda Guantánamo y las
corridas de toros. Pero, de nuevo, Pinker argumenta que, al compararlo con las
torturas frecuentes de guerras pasadas o el circo romano, debemos admitir que
Occidente ha progresado en la reducción de la violencia.
Lo que
más me interesa del libro de Pinker son sus explicaciones respecto a por qué la
violencia ha mermado en los tiempos modernos. Pinker arroja varios factores que
propician paz: el comercio (en concordancia con la doctrina liberal, podemos
asumir que cuando los países intercambian mercancías, generan mutua dependencia
económica, y así, es poco rentable iniciar una guerra); la secularización (si
bien la religión tiene potencial para la paz, tiene más tendencia al fanatismo
y la intolerancia); la ideología liberal heredera de la Ilustración, en
especial la filosofía política de Locke (esta ideología pone freno a los Estados
totalitarios, pero a la vez impide el caos de la anarquía).
Pero, de
todos los factores invocados por Pinker, el que más me llama la atención es la
tecnología y los medios de comunicación. Pues, precisamente, la Escuela de
Frankfurt y sus herederos (entre ellos, Bauman), suelen invocar estos factores
como los culpables de la violencia del siglo XX. Pinker postula que, gracias a
la tecnología comunicacional, hoy el mundo está más interconectado. Y, este
acercamiento de sociedades anteriormente aisladas entre sí, propicia un aumento
de empatía entre los seres humanos. La tecnología, lejos de deshumanizar,
propicia la conciencia cosmopolita que permite apreciar la condición humana de
personas que no pertenecen a mi tribu o mi nación. Entre más nos conocemos y
nos acercamos mediante las tecnologías de comunicación e información, menos
propensos estamos a atacarnos mutuamente.
Un
tecnófobo, Jean Baudrillard, hizo renombre al tratar de culpar a los medios de
comunicación por las guerras de finales del siglo XX. Pero, más bien me parece
que Pinker señala algo crucial: los medios de comunicación han traído las
barbaridades de la guerra al televisor, y hoy, el ciudadano común está más alerta
frente las atrocidades que ocurren en el campo de batalla. La Ilíada narra con pompa gloriosa las
hazañas de los héroes. La televisión, en cambio, muestra la crudeza de una
masacre como la de My Lai.
Quizás Baudrillard
tenga un germen de verdad cuando denuncia que los medios de comunicación construyen
mundos virtuales que distraen la atención frente a los desastres de la guerra. Pero,
más razón tiene Pinker cuando señala que es mucho más frecuente que esos medios
dirijan la atención hacia las atrocidades.De hecho, el sesgo que tenemos a creer que el siglo XX ha sido más violento que épocas pasadas, precisamente se debe en buena medida a la influencia mediática: si bien los números son menores, las imágenes impactan más que en épocas pasadas, sencillamente porque, antaño, la gente no tenía de lo brutal que resulta una batalla.
Hola profe, ¿Cómo está?.. Quería hacerle una pregunta (que no tiene que ver específicamente con este artículo) Pero quería hacerla en el blog y no hallé dónde, por eso la hago aquí. Me causó curiosidad leyendo su perfil en blogspot, que coloca la gente que le gusta y la gente que no. Mi pregunta es la siguiente ¿Por qué colocó que le gusta Voltaire y al mismo tiempo Leibniz?; recuerdo en su clase de "De la ilustración a Kant" que nos enseñó que ambos eran (si se quiere) antagónicos y que "Cándido" se trata de una crítica de uno hacia el otro.
ResponderEliminarNo digo que esté mal que le gusten ambos, pero me causó curiosidad que aun siendo muy distintos, los dos le gusten. ¿Qué le gusta de Leibniz?
Ezequiel.
Hola Ezequiel, es perfectamente posible que a una persona le gusten dos autores con puntos de vista contrarios entre sí, lo mismo que me puede gustar el Barcelona y el Real Madrid a la vez.
EliminarDe Leibniz me gusta su compromiso con el racionalismo, pero sobre todo, su proyecto de construir una lengua artificial perfecta.
Gracias profe, comprendido. Saludos.
ResponderEliminarA propósito de lo del libro de stephen pinker, también hay otro que se refiere a la misma temática que me lo recomendaron que se llama la civilización empatica (aunque es de jeremy rifkin)
ResponderEliminarPero por otro lado, aunque si bien por lo anteriormente mencionado los tiempos de ahora son mas "pacíficos", en algunos puntos si tendría razón bauman por ejemplo que como consecuencia de los avances tecnológicos existan armas con el poder destructivo de todas las guerras juntas (incluso mayor) como las armas químicas o biológicas, o las armas nucleares que tienen en su poder países como EEUU y Rusia (que incluso multiplican en poder destructivo a las bombas de hiroshima y nagasaki, como la tsar bomba por ejemplo [y ya que hablamos de esto, no se suponia que el objetivo de la bomba atomica era el de ASUSTARLOS Y NADA MÁS?] teniendo en cuenta ademas que durante la guerra fria existia el temor de dejar de existir al día siguiente por lo ya mencionado, y por desgracia también muchos de los mayores genocidios (ruanda, bosnia, camboya, armenia, holocausto, etc.) y crueles dictaduras (mao, stalin, hitler, pinochet, stroesner, JMA, trujillo, ceausescu, etc) se registran en el siglo xx. Y cabria agregar que si no hubiera sido por stanislav petrov nadie estaria vivo en este momento
Pinker responde a todo eso. Colocaré algunas de sus respuestas.
Eliminar1. Las armas nucleares no sirven para nada. Nadie en el poder está realmente dispuestos a usarlas, precisamente por lo devastadoras que son (a nadie le conviene ganar una guerra tan destructiva). Tampoco disuaden a nadie (Argentina invadió las Malvinas, y no le importó que Inglaterra fuese un poder nuclear). Así, contra lo que dicta el sentido común, las armas nucleares no son tan peligrosas.
2. El siglo XX, insiste Pinker, es menos violento que los anteriores, si se toma en cuenta la proporción con la población. La pregunta clave de Pinker es: ¿cuánta es la probabilidad de morir violentamente en el siglo XX? Y, la respuesta: esa probabilidad es menor que en siglos anteriores. Además, siempre se cuentan los muertos del siglo XX hasta 1945, pero no se toma en cuenta que, desde 1945, ha sido bastante pacífico (los genocidios y dictaduras que mencionas posteriores a 1945 no son tan voluminosos, salvo Mao, pero sus muertos fueron más por incompetencia que por intención).
3. Supongo que Stanislav Petrov es el ruso del submarino que decidió no atacar. Piner dice que la crisis de los misiles en Cuba no fue tan grave como se cree; Krushev y Kennedy estaban atentos y eran racionales, y seguramente, no habrían respondido a un ataque nuclear con otro ataque nuclear.
Te equivocas, lo de petrov fue años después http://www.bbc.com/mundo/noticias/2013/09/130926_internacional_ruso_detuvo_ataque_nuclear_jrg
EliminarTe equivocas, lo de petrov fue años después http://www.bbc.com/mundo/noticias/2013/09/130926_internacional_ruso_detuvo_ataque_nuclear_jrg
EliminarSí, ya veo mi error, gracias.
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