Recientemente
el papa Francisco, tratando de consolar a un niño, le dijo que su perro iría al
cielo. Previsiblemente, su comentario fue el hazmerreír de muchos. Tanto fue
así, que inmediatamente, sus aduladores tuvieron que saltar a decir que el papa
sólo hablaba en términos laxos, y que la idea de la resurrección y el cielo para
los perros no es doctrina católica. Nada de esto pasará de ser una mera
anécdota, pero invita a algunas reflexiones y preguntas sobre las dificultades
de la doctrina católica sobre la resurrección y el cielo.
Tradicionalmente,
el catolicismo niega la salvación a los animales, por el hecho de que no tienen
alma. Pero, ¿qué es exactamente el alma? ¿Implica la ausencia de alma que, así
como los perros no van al cielo, tampoco tienen capacidad de sufrir, y por
ende, no hay dificultad moral en maltratarlos? De hecho, me parece que el
católico que opina que los perros no van al cielo, no debería objetar el
maltrato animal, pues darle una patada a un perro (un ser sin alma) sería una
acción del mismo calibre que darle una patada a una silla (un objeto inanimado);
aunque, en realidad, esta cuestión es más compleja, pues los escolásticos
admitieron que la crueldad contra animales perjudica el carácter moral del
propio agresor, pues éste fácilmente puede volverse agresor contra otros seres
humanos.
Si los
perros no tienen alma, ¿cuándo en la historia natural apareció la primera alma?
¿Con Homo erectus? O, ¿con Homo sapiens? Si la evolución de la
especie humana fue gradual, ¿también es gradual la aparición del alma? ¿Tuvieron
nuestros ancestros la mitad de un alma?
Cuando
venga la resurrección con el Juicio Final, y Bolívar merezca el cielo por haber
liberado a América del yugo español, ¿estará Bolívar contento en el paraíso sin
su inseparable amigo canino Nevado? Si en el cielo no habrá infelicidad, ¿cómo
puede mantenerse el Libertador feliz sin su gran compañero? Si Dios le concede
a Bolívar una réplica celestial de Nevado, ¿estaría satisfecho Bolívar al saber
que él tendrá como compañero, no al perro que lo acompañó en batallas, sino
sencillamente a una réplica? Para hacer verdaderamente feliz a la gente que va
al cielo, sus mascotas originales también tendrían que ir al cielo.
Pero,
aun en el caso de que las mascotas vayan al cielo, ¿cómo Dios podrá
reconstituirlas, de forma tal que sean la
misma mascota original? De hecho, ¿cómo podría estar seguro el Bolívar
celestial de que él es la misma persona que batalló en la batalla de Carabobo?
En virtud de que no hay una continuidad espacial y temporal entre el Bolívar
original y el Bolívar celestial, ¿no sería el Bolívar del paraíso más bien una
réplica, pero no la misma persona que
el Libertador? Dios podría calmar la angustia del Bolívar celestial al
informarle que su cuerpo está hecho de los mismos átomos que el Bolívar que
murió en Santa Marta. Pero, los gusanos comieron parte de su cuerpo ya
enterrado, una gallina se comió a esos gusanos, y Manuelita Sáenz se pudo comer
a esa gallina. En ese caso, Manuelita Sáenz y Bolívar compartirían átomos.
¿Cómo podría Dios resucitar íntegramente a Bolívar y Manuelita a la vez, si
ambos comparten átomos?
En
efecto, las declaraciones del papa Francisco fueron un hazmerreír, y
rápidamente se advirtió que no son doctrina católica. Pero, francamente, la doctrina
católica es también un hazmerreír, y los propios católicos deberían reflexionar
críticamente sobre sus dificultades.
De nuevo comulgo (valga la metáfora) contigo. El problema de la continuidad sigue estando sin resolver. Cada día estoy más convencido de que la clase sacerdotal jamás se ha creído sus prédicas, y no estoy seguro de que el pueblo llano en cambio sí.
ResponderEliminarSí, lo de la continuidad es un asunto difícil. Aunque, tradicionalmente, los católicos tratan de resolverlo apelando al alma: si se preserva el alma, no es estrictamente necesario tener el mismo cuerpo para tener la misma persona, aunque tradicionalmente, quienes defienden la doctrina de la resurrección dicen que el cuerpo será el mismo.
EliminarLo sé, lo leí en tu libro sobre la inmortalidad, y creo recordar que también en el de la Teología.
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