En
nuestra sociedad multicultural, los no cristianos se ofenden con la presencia
pública de la navidad. Pero las autoridades, en vez de asumir la estrategia más
sabia (a saber, el laicismo: no permitir el despliegue de símbolos religiosos
en espacios públicos), asumen la estrategia multiculturalista de “todos cabemos
acá”, y promueven el despliegue de símbolos de otras religiones en el espacio
público. Así, al “¡feliz navidad!” cristiano en diciembre, se suele acompañar con
el “¡feliz Januká!” de los judíos.
Lo mismo
que la navidad, Januká puede servir como ocasión para compartir con familiares
y amigos. Pero, francamente, no es una festividad que amerite mucha
celebración. La fiesta conmemora un milagroso suceso: tras el éxito de la
rebelión macabea en el siglo II antes de nuestra era, los judíos purificaron el
Templo de Jerusalén; pero no tenían suficiente aceite para hacer que las velas
de la menorá (el candelabro de nueve velas) ardiera por varios días; no
obstante, según la tradición rabínica, milagrosamente ardió por ocho días.
Está bien conmemorar
ese evento mitológico, pero creer que tal cosa en realidad ocurrió, implica
renunciar a nuestra racionalidad, y eso nunca debemos hacerlo. Yo, como venezolano
y cristiano cultural, me reúno con mis familiares y amigos a comer hallacas y
cantar villancicos, pero jamás podré tragarme el cuento de una estrella que
guía a unos magos para rendir culto a un niño que nace de una virgen.
La celebración del
Januká me parece problemática por otros motivos adicionales. Tal como lo
presentan los dos libros de los Macabeos en la Biblia (ni los judíos ni los
protestantes aceptan estos libros como canónicos), la rebelión de los macabeos
fue contra Antíoco Epífanes IV, un despiadado rey seléucida que persiguió a los
judíos por sus costumbres religiosas. Hoy, muchos historiadores dudan de que
haya sido exactamente así: es más probable que se tratara más bien de una
guerra civil entre judíos helenizados cosmopolitas (quienes más bien
defenderían mayor tolerancia religiosa), y judíos nacionalistas fanatizados
defensores de una teocracia. En esa disputa, los seléucidas naturalmente
habrían simpatizado con los judíos helenistas, pero eventualmente, apretaron
demasiado las tuercas, y se volvieron opresores de la facción tradicionalista,
al punto de perseguir su religión.
Sea como sea, el
caso es que Antíoco Epífanes IV se convirtió en un déspota, y emprendió
acciones terribles. Frente a un déspota, se justifica la rebelión. Pero, muy
pronto, los macabeos se convirtieron ellos mismos en déspotas. A quienes no
compartían su celo nacionalista fanatizado, sencillamente los ejecutaban. I Macabeos 2 narra que hubo un decreto
oficial obligando a los judíos sacrificar en el altar de Modín; varios judíos,
temerosos de la autoridad, cumplieron con el mandato, pero Matatías (el líder
original de la rebelión y padre de los macabeos) se encolerizó, y degolló a uno
de los judíos que hicieron el sacrificio.
Los macabeos al
final resultaron ser muy parecidos a los guerrilleros latinoamericanos que
parten de una causa justa en su enfrentamiento contra el poder imperial y las
élites criollas, pero que en su lucha, cometen atrocidades y en su fanatismo,
están dispuestos a ejecutar a quien siquiera asome una sombra de duda respecto
a sus motivaciones, procedimientos y objetivos.
Y, lo mismo que los
guerrilleros latinoamericanos, los macabeos no alcanzaron a reconocer que, si
bien el poder imperial es opresor, también ofrece muchas ventajas a sus
súbditos. En la coyuntura de la rebelión macabea, los seléucidas ciertamente se
comportaron como terribles déspotas. Pero, antes y después de la rebelión macabea,
la helenización (promovida por los seléucidas y otras dinastías en otras
regiones del Mediterráneo) resultó ser algo muy positivo, y hoy lo celebramos:
el aporte de la filosofía de Platón y Aristóteles, el gimnasio, el teatro, las
bellas artes, etc. Del mismo modo, el Che Guevara tuvo legitimidad en plantear
una lucha contra la opresión norteamericana de nuestra región, pero fue terriblemente
mezquino al no reconocer las ventajas que la expansión cultural norteamericana
ha traído a nuestra región
Los macabeos fueron
también en buena medida responsables de inaugurar la valoración del martirio
que tanto ha caracterizado al judaísmo, el cristianismo y el Islam. No veo mal
mantener la integridad respecto a los valores, pero el estar dispuesto a
entregar la vida (y, en el proceso de resistencia, muchas veces matar a los
demás) por cosas tan superfluas como si es lícito o no comer cerdo, es una
disposición lamentable. Los macabeos inauguraron el fanatismo religioso, y hoy
seguimos pagando las consecuencias de tan lamentable tendencia.
A mí se me hiela la
sangre cada vez que leo la terrible historia de una mujer que ve morir a sus
siete hijos, uno por uno, pues éstos se rehúsan a comer cerdo (II Macabeos 7). La madre, en vez de
tratar de salvar sus vidas persuadiéndolos de que coman el animal, más bien los
incita a ser mártires. ¡Vaya modelo de maternidad!
Celebrar Januká es
celebrar un supuesto milagro, tras una rebelión de fanáticos que, si bien pudo
ser legítima en su inicio, terminó por instaurar una teocracia que, al final,
terminó propiciando una opresión muy parecida a la del propio Antíoco Epífanes.
Januká conmemora el triunfo de una dinastía tan fanatizada como hoy lo es el
Ejército Islámico de Siria a Irak. En nombre de la paz y la tolerancia, un poco
de sentido crítico entre los judíos respecto a su propia tradición (como de
hecho, muchos judíos liberales ya lo tienen) no vendría mal. Dicho esto, ¡feliz
Januká!
De donde sacas que cientos de historiadores y arqueólogos no se dieron cuenta? cuales son los documentos que prueban que fue una insurrección sino una guerra interna entre judíos? Cómo crees que se pudo ocultar algo así? Demasiado temerario.
ResponderEliminarHola Daniel. Confieso que no tengo a la mano los documentos directos que prueban esa tesis. Pero, después de leer tu comentario, he hecho una breve revisión en varios libros, y encuentro que todos estos historiadores (bastante conocidos en círculos historiográficos) comparten esa tesis: Alan Segal, Shaye Cohen, Elaine Pagels, J.R. Bartlett, entre otros.
EliminarQuizás yo me expresé mal en el blog y exageré, pues ahora que lo pienso mejor, veo más probable que la rebelión empezó como una reacción contra el despotismo de Antíoco Epífanes. Pero, una vez que esa rebelión empezó, muy pronto se convirtió en una guerra civil entre judíos tradicionales y judíos helenistas. Supongo que fue algo parecido a nuestra guerra de independencia: al principio, fue una rebelión contra el rey de España, pero muy pronto, se convirtió en una guerra civil entre venezolanos que querían independencia, y venezolanos que querían continuidad con la colonia.
Un indicio de que aquello fue más una guerra civil entre judíos, que una lucha de independencia, está en que, después del triunfo de los macabeos, éstos nunca lograron ser plenamente legítimos, pues usurparon el sumo sacerdocio del Templo, y hubo grupos de judíos (como los esenios), que como consecuencia, se retiraron de Jerusalén.
Respeto a la pregunta de cómo creo que se pudo ocultar algo así, pues me parece que la historia del antiguo Israel está repleta de este tipo de ocultamientos. Los autores bíblicos no eran historiadores objetivos, y solían presentar crónicas bastante sesgadas y propagandistas de los hechos.