El
determinismo postula que, desde el Big Bang, se dio inicio a una secuencia de
eventos que inevitablemente ha conducido al estado actual de las cosas,
incluyendo el hecho de que yo escriba estas líneas. Las cosas no pudieron ser
distintas a como han sido, pues hay una secuencia inflexible de causas y
consecuencias.
Esta
doctrina me parece la más razonable, y la más cónsona con una visión científica
del mundo. Si no fuese verdadero el determinismo, entonces no podríamos
formular leyes científicas, pues no podríamos tener la expectativa de que, cada
vez que ocurra suceso A, le seguirá suceso B. Hay, es verdad, una posible
excepción en los fenómenos cuánticos, pero aun se discute si realmente éstos
son indeterminados (Einstein pensaba que no), y en todo caso, ocurren sólo a
nivel subatómico.
Ahora
bien, comprensiblemente, el determinismo genera terror en mucha gente (en
alguna ocasión la doctrina del determinismo me ha quitado el sueño), pues
parece imposibilitar nuestro libre albedrío. Si no hay posibilidad de hacer
algo distinto a lo que hemos hecho, ¿cómo podemos considerarnos libres? Y, hay
además, una implicación existencialista: si ya la suerte estuvo echada desde el
inicio, ¿qué sentido tiene vivir? ¿Qué emoción o placer puede haber en mi vida,
si ésta ya fue decretada hace millones y millones de años? Y, además, ¿qué
justicia puede haber en el mundo, si ya todo estuvo decidido desde un inicio?
Es una
pregunta muy dura. Pero, el filósofo Daniel Dennett trata de darle la vuelta a
este asunto, con uno de sus muchos escenarios imaginarios que buscan activar
nuestras intuiciones para colocar a prueba nuestras convicciones filosóficas.
Las loterías, nos recuerda Dennett, venden primero los billetes, y luego hacen el
sorteo. Pero, ¿qué ocurriría si se hiciera al revés?: hacer primero el sorteo,
mantener el ganador en secreto, vender los billetes, y luego, desvelar el
billete ganador.
¿Sería
una lotería como ésa menos justa? Dennett admite que este tipo de lotería no es
común, pero que el común de la gente no opinaría que sea injusta. El hecho de
que la suerte estuvo echada desde el inicio no la hace menos justa, ni siquiera
menos emocionante, que una lotería normal. Del mismo modo, sugiere Dennett, el
hecho de que la suerte estuvo echada desde el Big Bang no hace a la vida menos
justa o interesante.
Seguramente
hay réplicas y contrarréplicas a este argumento, pero de antemano, vale la pena
considerarlo, como respaldo de la postura compatibilista, aquella que afirma
tanto el determinismo como la existencia del libre albedrío.
Tema fascinante e inquietante donde los haya. Ojalá escribieras un libro sobre él. Yo cada día soy más proclive a pensar que todo está determinado, y no sólo por lo que les oigo y leo a los neurólogos, sino porque si el encéfalo de un chimpancé no tiene mucho libre albedrío que digamos, ¿quién nos asegura que nosotros, chimpancés con encéfalos agrandados, YA hemos alcanzado el punto en que sí lo tenemos? ¿Es consciente nuestra mente o lo será de verdad sólo dentro de un millón de años?
ResponderEliminarQue el comportamiento de las masas y los individuos sea casi tan previsible como la ley de la gravedad debería hacernos pensar.
Hola Jose, sí, efcetivamente, pareciera que nosotros, lo mismo que los chimpancés, estamos determinados. Pero, hay filósofos (quizás la mayoría) que opinan que, aun si estamos determinados, sí tenemos libre albedrío. Daniel Dennett (el autor que menciono en el blog), opina eso. Él es un "compatibilista".
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