Hace
algunos días, tuve relación sexual con mi esposa, y ella me preguntó: “¿Qué tal
estuvo?”. Yo respondí: “Estuvo muy bien, gracias por todo”. Inmediatamente me
reprochó: “¿acaso esto es un servicio? ¿Crees que yo hago esto por obligación?
¿Acaso no gozo yo también?”.
Con estas palabras,
se me vino a la mente una famosa entrevista que Ayn Rand concedió al periodista
Mike Wallace. En aquella ocasión, Rand y Wallace discutían sobre el egoísmo.
Rand, por supuesto, apreciaba al egoísmo como una virtud, y sufrió muchos
reproches por ello. Pero, en su explicación, Rand daba a entender que un acto
que beneficia a alguien es más valioso cuando la persona que hace el acto
también extrae una ganancia. Contrario a lo que suelen enseñar las religiones y
las ideologías colectivistas como el comunismo, el altruismo incondicional y
desinteresado puede ser más bien problemático.
Rand decía a
Wallace: “¿Qué significaría tener un amor por encima del interés propio?
Significaría, por ejemplo, que un esposo le diría a su esposa, que si él fuera
moral según la moral convencional, que me estaría casando contigo para
complacerte, pero que no tengo interés en ello, pero que soy tan poco egoísta,
que me estaría casando contigo sólo por tu propio bien. ¿A
alguna mujer le gustaría eso?”.
A mí ciertamente no
me gustaría que mi esposa me dijera, “no quiero tener sexo contigo, pero sólo
porque te amo, me entregaré a ti como sacrificio, aún si no tengo ganas”. No,
gracias, si es así, prefiero ir al baño, masturbarme, e imaginarme a una mujer
que tiene sexo conmigo, no como un sacrificio altruista, sino porque ella realmente lo desea. En materia de sexo, prefiero a
una mujer egoísta que altruista.
Ahora bien, si esto
aplica al sexo, ¿por qué no ha de aplicar a muchos otros aspectos de la vida?
Si el egoísmo en el sexo puede ser una virtud, ¿por qué no puede serlo también
en la economía o la política?
Ayn Rand ha sido
vapuleada por muchísima gente, al punto de ser calificada como una psicópata,
por su supuesta falta de empatía frente al dolor ajeno. Pero, a mí me parece
que esta caracterización es muy injusta. Hasta donde alcanzo a entender sus
escritos, Rand no es insensible al dolor ajeno, pero sí hace énfasis en que el
servicio altruista desinteresado es inmoral, y que es preferible un servicio en
el cual el ejecutor del servicio satisface su interés propio.
El sexo es más
placentero cuando la contraparte también lo disfruta. Deberíamos aprender de la
sexualidad, y tratar de organizar el mundo de forma tal que, en vez de
invitarnos a sacrificarnos por la patria y no recibir nada en interés propio,
facilitemos incentivos de forma tal que, en la satisfacción del interés de los
demás, también satisfagamos el interés propio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario