Querida Belén:
Disfruté mucho la fiesta de tu
primito Armando. Los payasos me entretuvieron mucho. Pero, debo confesar que la
comida me pareció malísima. Lamentablemente, las grandes cadenas de
restaurantes de comida rápida saben muy bien que, cuando se trata de niños, lo
que realmente se vende no es la comida, sino los juguetes. La comida de esos
restaurantes es bazofia, pero a los niños les termina gustando. Y
lamentablemente, a muchos adultos también.
De hecho, en muchos países
industrializados, empieza a preocupar el problema de la obesidad. Cada vez más,
la gente prefiere la hamburguesa o el donut por encima de la paella. Y esto va
propiciando un aumento de peso en la población. Sospecho que la publicidad es
en parte responsable. ¿Recuerdas cuando te escribía sobre la influencia de los
medios de comunicación en el aprendizaje? Pues bien, si continuamente te
presentan un donut con todo el glamour de la sociedad de espectáculos,
eventualmente surgirá en ti el deseo de comer ese donut.
Frente a esto, algunas personas se
proponen rebajar de peso siguiendo dietas estrictas. Pero, esto no suele
funcionar bien. Basta que un día rompas la dieta con un mínimo pecadillo, para
que mandes todo a la mierda, y decidas comer como un cerdo, asumiendo que,
puesto que ya rompiste la dieta, lo mismo da.
Otras personas no hacen dieta
estricta propiamente, pero asumen la fiebre de comer todo light. Y, al comer cosas light,
asumen que tienen luz verde para también comer como jabalíes. De nuevo, esto no
funciona.
Hay quien cree que ridiculizando a
los gordos, éstos dejarán de comer. Algunas personas se encargan de
públicamente degradar a un familiar o amigo en particular, con la esperanza de
que, ante semejante vergüenza, se moderarán en el comer. Su teoría se basa más
o menos en el condicionamiento aversivo (¿lo recuerdas?): si el obeso asocia la
comida con una experiencia desagradable como producto de la burla de los demás,
sentirá repulsión ante la comida. Pero, puedo asegurarte que eso tampoco
funciona. Por lo general, el gordo a quien se ridiculiza, se angustia, y como
consecuencia, come más.
Si de verdad quieres ayudar a una
persona obesa a mejorar sus hábitos alimenticios, lo más recomendable sería que
esa persona utilice una estrategia parecida a la que usa el alcohólico para
dejar la bebida (¿recuerdas los doce pasos?). El apoyo de un grupo
(especialmente si ese grupo también consta de gente que tiene problemas en
controlar el comer en exceso) es muy significativo.
Pero, debes tener también presente,
Belén, que algunas personas comen en exceso, no propiamente por problemas
psicológicos, sino sencillamente porque hay un malfuncionamiento en su cerebro.
Si la región ventromedial del hipotálamo está lesionada, la persona no tendrá
sensación de llenura, y seguirá comiendo.
En cambio, si la región lateral del
hipotálamo está lesionada, la persona no sentirá hambre, y no comerá. Esto es
peligroso, pues puede morir de desnutrición. En el mundo, la desnutrición mata
a muchas personas en los países subdesarrollados (especialmente en África).
Obviamente, en esos casos, las personas mueren, no porque no tengan hambre,
sino sencillamente, porque no tienen comida.
Extrañamente, en los países
desarrollados (especialmente en Europa y Norteamérica), hay gente que también
muere por desnutrición. Pero, no se debe a que no hay comida, ni tampoco a que
una región de sus cerebros no funciona. Estas personas sí sienten hambre, pero
con todo, optan por no comer, al punto de que su cuerpo se debilita
significativamente, y corren un alto riesgo de morir. En psicología, esta
extraña condición se llama anorexia.
Básicamente, la anorexia es la
enfermedad mental en la cual, la persona no come por temor a ser gorda. Como
sospecharás, esto afecta a las mujeres muchísimo más que a los hombres. Por
cada hombre anoréxico, hay diez mujeres anoréxicas. Obviamente, en nuestra
sociedad, las mujeres sienten muchísima más presión en adelgazar. Esto
seguramente tiene alguna base genética. Por motivos de la evolución de nuestra
especie, los hombres se fijan en la cintura de las mujeres, mientras que a las
mujeres no les importa mucho la cintura de los hombres. Esto ocurre así en
todas las culturas del mundo, de forma tal que podemos presumir que, al ser una
conducta universal, tiene una base genética. Pero, a decir verdad, lo que
universalmente gusta a los hombres no es tanto la delgadez, sino la proporción
de la cintura con las caderas, y esto seguramente se debe a que una adecuada
proporción refleja buenos niveles de fertilidad. Prometo escribirte una carta
sobre esto.
Con todo, es también indiscutible
que, en la presión para que las mujeres adelgacen, hay mucha influencia
cultural. Piensa en Marilyn Monroe. Hace cincuenta años, era la mujer más sexy
del mundo. Hoy, ella sería considerada una gorda, sin mucho atractivo sexual.
Las modelos de hoy son delgadísimas (si me preguntas, te diría que parecen
palos de escoba), y eso se considera sexy. Las chicas, al ver en la tele que lo
sexy es ser como una modelo de pasarela, hacen todo lo posible por adelgazar,
aun si no hay una necesidad de hacerlo. De hecho, existe una tendencia general
a que las mujeres, sin necesariamente ser anoréxicas, se perciban a sí mismas
como más gordas de lo que en realidad son.
Es comprensible, pues, cuando muchos
críticos quieren achacar al capitalismo y los medios de comunicación, la
responsabilidad de la anorexia. Según estos críticos, continuamente las grandes
corporaciones nos bombardean con imágenes glamorosas de mujeres extremadamente
delgadas para vendernos sus productos.
Pero, a decir verdad, la anorexia existe desde hace mucho
antes del capitalismo. En el catolicismo, hubo una larga tradición de santas
que no comían, al punto de morir. Curiosamente, se trataba de santas, no santos. Esto podría
permitirnos suponer que, en la fisiología de las mujeres, hay algo que las hace
más vulnerables a ser anoréxicas, pues independientemente del contexto
cultural, siempre son las mujeres las que abrumadoramente optan por no comer.
En el siglo XIV, por ejemplo, Santa Catalina de Siena se rehusaba a ingerir
alimentos, pero en cambio, comía el pus de las heridas de los enfermos. Otra
santa del siglo XIV, Ángela de Foligno, también comía pus, y decía que era tan
dulce como la hostia de la misa. Como ves, Belén, sea para hacerse más sexy, o
para tratar de santificarse y ganarse el cielo, las mujeres están en mayor
riesgo de obsesionarse con no comer.
Y, en efecto, se trata de una obsesión. Pues, un rasgo
muy común en la anorexia, es el perfeccionismo. Por lo general, quienes sufren
de anorexia tienen alto rendimiento en muchas facetas de sus vidas. Se plantean
objetivos y los logran. Lo lamentable ocurre cuando se plantean el peligroso
objetivo de adelgazar a toda costa.
Como te decía, la anorexia afecta fundamentalmente a las
mujeres. Antaño, los médicos decían que el principal criterio para diagnosticar
a alguien con esta enfermedad, es la amenorrea.
Esto es la ausencia de menstruación. Al no comer suficiente, el cuerpo deja
de producir una hormona, la GnRH, y eso hace que no se reciba más la
menstruación. Puedes pensar en esto como una forma que el propio cuerpo tiene
de decir a la mujer anoréxica que, puesto que no consume suficientes
nutrientes, no está preparada para quedar embarazada, y así, suspende la
ovulación.
Hoy, los médicos piensan distinto. Ciertamente, muchas
anoréxicas sufren amenorrea, pero ya no se considera el criterio definitorio de
la anorexia. Recuerda que, aunque no es común, los hombres también pueden ser
anoréxicos. Por eso, los psiquiatras hoy piensan que el mejor criterio para
diagnosticar la anorexia es el índice de
masa corporal. Esto se calcula muy fácilmente: tomas el peso de alguien, y
lo divides por el cuadrado de su estatura. Si una persona pesa 80 kg, y mide 2
metros, divides 80 entre 4, y así, tendría un índice de masa corporal de 20.
Alguien con un índice de masa corporal menor a 17, es
anoréxico. Pero, por supuesto, ten presente que sería anoréxico sólo si elige
no comer. Muchos prisioneros en campos de concentración nazi, tenían un índice
de masa corporal menor a 17. Pero, no los consideraríamos anoréxicos. Ellos
querían comer, pero sencillamente no les daban comida.
En realidad, las anoréxicas sí quieren comer. Sería un
error decir que no pasan hambre. Pero, puesto que se plantean a toda costa el
objetivo de adelgazar, están dispuestas a soportar el hambre. Es frecuente que
se depriman. Su vello se vuelve muy fino. Sus senos se contraen. Suelen sentir
mucho frío. Sus huesos se vuelven más frágiles, y eso aumenta el riesgo de
fracturas. Su presión sanguínea baja dramáticamente, y eso es muy peligroso.
Más peligroso aún es que la cantidad de sus glóbulos blancos se reduce, y esto
las hace muy vulnerables a infecciones. También está el riesgo de suicidio. La
anorexia, Belén, no es ningún juego. De todas las enfermedades mentales, ésta
es una de las más peligrosas, pues el porcentaje de anoréxicas que mueren, es
alto.
Ciertamente, como te decía, la presión social y la
influencia de los medios de comunicación, son causas de la anorexia. Pero,
puede haber también otros motivos psicológicos. La anorexia suele empezar en la
adolescencia; si una muchacha tiene problemas (especialmente si se trata de
conflictos son sus padres), una forma de tratar de tener revancha contra sus
padres es dejando de comer. Puedes pensar en ello, más o menos como una huelga
de hambre.
La anorexia es difícil de tratar, en buena medida porque
quien la sufre, no lo reconoce. Las personas anoréxicas están en un estado de
negación. Al verse en el espejo, se consideran gordas, a pesar de que
clarísimamente no lo son. La anoréxica se plantea el objetivo de adelgazar, de
forma tal que no ve ninguna necesidad de ir a un psiquiatra; de hecho, lo ve
como un obstáculo para conseguir su objetivo. Por lo general, la familia de la
anoréxica lleva a la muchacha al psiquiatra, muchas veces forzadamente. En el
fondo, es mejor que la familia obligue a la muchacha a ir al psiquiatra, pues
como te he dicho, el riesgo de muerte en la anorexia es alto. Forzar a la
anoréxica a ir al psiquiatra o el psicólogo, puede salvarle la vida.
Con todo, la anorexia tiene buen pronóstico. Las
pacientes que reciben mucho apoyo de sus familias, se recuperan muy
satisfactoriamente. Los médicos de un hospital en Inglaterra, el Maudsley,
idearon una terapia que ha resultado muy eficaz. Consiste en hacer que los
familiares de la anoréxica asuman la responsabilidad de alimentarla. En nuestro
mundo industrializado, lamentablemente hemos perdido el hábito de comer en
familia. Eso hace que cada quien tenga el hábito de comer por cuenta propia. En
esos casos, la anoréxica puede esconder la comida, o sencillamente, dejar de
comer sin que nadie se percate. En cambio, cuando se come en familia, o más
aún, cuando la familia asume la responsabilidad de la alimentación de la
anoréxica, ésta tiene menos posibilidades de dejar de comer, pues se siente
presionada. En condiciones normales, no es bueno presionar a nadie para que
coma. Pero, recuerda que la anorexia es muy peligrosa, y en ese sentido, esta
terapia (que ha venido a llamarse el método
Maudsley) es muy apropiada.
El dejar de comer no es la única forma de tratar de
adelgazar. Algunas anoréxicas pueden también hacer ejercicio excesivamente. O,
incluso también pueden vomitar. Antaño, los psiquiatras pensaban que, si una
persona se induce vómitos con la intención de bajar de peso, entonces ya no
sufriría de anorexia, sino bulimia. Pero,
ahora los psiquiatras han cambiado de opinión. Recuerda que el principal
criterio para diagnosticar la anorexia es el peso, y si una persona se induce
el vómito para adelgazar, pero tiene un índice de masa corporal menor a 17,
entonces es anoréxica.
La bulimia, en efecto, es una enfermedad mental parecida
a la anorexia. Quienes la sufren, temen ser gordos. Pero, a diferencia de los
anoréxicos, los bulímicos suelen tener un poco de sobrepeso. Como la anorexia,
es una enfermedad que aflige especialmente a las mujeres. La bulimia se
caracteriza por una conducta muy extraña. La persona come desesperadamente, en
cantidades grotescas. Pero, repentinamente, siente malestar emocional (básicamente,
un sentimiento de culpa), y para compensar su exceso, trata inmediatamente
hacer ejercicio excesivo o, más comúnmente, se induce el vómito.
Seguramente has escuchado que los romanos comían en
banquetes, y luego con una pluma se inducían el vómito para seguir comiendo. No
sabemos bien si esto de verdad ocurría, pero aun en ese caso, eso no sería
bulimia. Los romanos sencillamente querían comer y comer, sin ningún
remordimiento. Los bulímicos, en cambio, comen en exceso, pero después sienten
malestar por ello, y tratan de compensarlo con alguna purga, bien sea vómito o
ejercicio.
Los pacientes con bulimia se obsesionan con la comida.
Por estar vomitando constantemente, pueden tener niveles bajos de potasio, y
eso puede llevar a complicaciones médicas. El ácido del vómito también puede
dañar sus esmaltes dentales. Sus glándulas salivales se hacen más grandes (de
nuevo, a consecuencia de estar vomitando continuamente), y eso les da la
apariencia de tener los cachetes muy hinchados. Un psiquiatra, Gerald Russell,
descubrió que las bulímicas frecuentemente tienen marcas en sus nudillos, pues
quedan ahí como consecuencia de que introducen sus manos en la boca para
vomitar. A estas marcas se les llama el signo
de Russell.
Como en la anorexia, la imagen glamorosa de la mujer
delgada es una causa significativa de la bulimia. Pero, el tratamiento es
distinto. Recuerda que la persona anoréxica no reconoce su condición. En la
bulimia, es distinto. La persona bulímica está mucho más dispuesta a ir al
psiquiatra o al psicólogo, y admite que su conducta es anormal. En la bulimia,
el método Maudsley no es efectivo. Recuerda que, en ese método, se busca que la
familia monitoree al paciente cuando come. En la bulimia, el problema no es el
no comer, sino más bien el comer excesivamente, y luego tratar de compensarlo.
Pero, eso no significa que el apoyo familiar no sea importante. Con terapias
cognitivo conductuales, la persona bulímica puede sobreponer sus hábitos patológicos.
En el caso de la anorexia, no hay ninguna droga que
realmente sirva como tratamiento. De nada sirve una droga para estimular el
apetito. Recuerda que, con las anoréxicas, el problema no es de apetito: ellas
sienten mucha hambre, pero tienen gran determinación en conseguir el objetivo
de adelgazar. En cambio, con la bulimia, sí hay una droga que funciona bastante
bien en la modificación de la conducta. Se trata de la fluoxetina. Esta droga
es un antidepresivo. Las personas
bulímicas suelen sufrir también de depresión, en parte porque sienten malestar
emocional tras comer excesivamente. Cuando esta droga mejora su estado de
ánimo, no necesariamente dejan de comer en grandes cantidades, pero al menos ya
no se sienten tan mal emocionalmente por ello, y así, no buscan compensar sus
excesos con vómitos.
Los psiquiatras consideran que la
anorexia y la bulimia son trastornos
alimenticios. Pero, no son los únicos. Además de esos dos trastornos,
existe el llamado trastorno de ingesta
selectiva. Quienes sufren esta enfermedad, rechazan comer tipos específicos
de comida. Es relativamente normal, Belén, que tengamos preferencias
alimenticias, y nos repugnen algunos alimentos. Sé que tú detestas el sushi
(¡trataré de no odiarte por ello!), yo detesto la mayonesa. Pero, con el trastorno
de ingesta colectiva, se repudian los alimentos basándose en características
muy arbitrarias, como por ejemplo, el color. Así pues, una persona que sufre
este trastorno podría evitar las fresas, los tomates, los pimentones y las cerezas,
no por su sabor (el pimentón sabe muy distinto a la fresa), sino porque todos
son rojos.
Muchas veces, este tipo de personas termina desarrollando
fobias a comidas específicas. ¿Recuerdas cómo surgen las fobias? Por lo
general, el origen de las fobias es el condicionamiento clásico: si te ocurre
algo muy desagradable, terminas por asociar con esa experiencia, otros
elementos que estuvieron presentes. Y, lo mismo pasa con las fobias a tipos
específicos de comida. Si vas a una cita con un chico, y él te trata mal,
puedes terminar repudiando el tipo de comida que te sirvieron en la cita. Si
ingieres pescado, y por algún motivo, sufres diarrea esa misma noche, vendrás a
repudiar el pescado.
El trastorno de ingesta selectiva tiene el mismo
tratamiento que se utiliza para tratar de curar las fobias. ¿Lo recuerdas? Lo
más efectivo es la desensibilización sistemática. Con una persona a quien un
alimento le genere fobia, lo mejor es tratar de relajar a esa persona, ubicarla
en una situación agradable, e invitarla a probar el alimento que repudia. Las
madres conocen muy bien esta técnica con los niños. Un niño puede repudiar un
alimento en particular, pero cuando la madre se esfuerza en presentárselo de
una forma divertida (como, por ejemplo, como si la cuchara fuese un avión), el
niño está más dispuesto a comerlo. Gracias al condicionamiento, el niño viene a
asociar el placer del juego del avión, con la comida que en un inicio
rechazaba. Esa misma técnica se puede aplicar a pacientes con el trastorno de
ingesta selectiva.
También existe aquello que los psiquiatras llaman el trastorno por atracón. Esto ocurre
cuando la persona tiene arrebatos, y de repente empieza a comer
desesperadamente y sin control, de forma mucho más rápida que en circunstancias
normales. Pero, esto no es debido a que tenga hambre. Aun estando ya llena a
reventar, siguen comiendo, al punto de que ya no disfruta la comida. Puedes
pensar en este trastorno como una forma de bulimia, pero sin vómitos u otras
formas de expurgar la comida. Es más o menos como Taz, la caricatura del
demonio de Tasmania que come todo lo que encuentra a su paso.
Por lo general, estos comportamientos de comer
compulsivamente surgen como una válvula de escape frente a problemas
emocionales. ¿Recuerdas que las obsesiones y compulsiones muchas veces surgen
como efecto de la ansiedad? Pues bien, el trastorno por atracón también suele
ocurrir por lo mismo. Y, básicamente, la forma de tratar este trastorno es
usando las mismas técnicas empleadas en el control de la ansiedad.
Por último, quisiera mencionarte un trastorno mental muy
extraño, la pica. Esto consiste en
comer objetos que no son nutritivos. Pueden ser fósforos, heces, vidrio, orina,
cabellos, tiza, madera… Como imaginarás, comer estas cosas puede ser muy
peligroso, pues estos objetos pueden obstruir el sistema digestivo. Pero, es un
hecho que algunas personas sufren de este trastorno, aunque no es tan común
como los otros trastornos alimenticios. Por lo general, este trastorno aflige a
las personas con retraso mental. Se requiere de mucha paciencia para enseñar a
alguien que sufre la pica, a no comer ese tipo de objetos. Pero, con técnicas
como la economía de fichas (¿la recuerdas?, es cuando se premia una conducta
con fichas), se pueden lograr avances. También se pueden plantear técnicas
aversivas, como por ejemplo, untar el objeto consumido con alguna sustancia que
haga que la persona se sienta muy mal al comerla. Como recordarás, esas técnicas
aversivas propician que esa conducta no se repita.
Con todo, debes mantener presente que, en algunas culturas,
se ve como normal comer objetos que no son comida propiamente. Por ejemplo, desde
hace años se ha quedado grabada en mi mente la imagen de unos muchachos de la
tribu de los baruya, en Papúa Nueva Guinea, quienes, en su ceremonia de
iniciación en la adolescencia, tragan el semen de los mayores. Esto, además de parecer
una película pornográfica, pareciera ser un caso de pica. Pero, a decir verdad,
el consumir el semen de los mayores es una práctica cultural bien establecida
entre los baruya. Los psicólogos y psiquiatras opinan que, si una conducta está
establecida en una cultura, entonces no debería considerarse patológica. Según
ellos, las enfermedades mentales siempre deben entenderse en su contexto
cultural.
Como ves, Belén, ni tu primito Armando, ni tú, ni yo,
padecemos trastornos alimenticios. Pero, eso no implica que comemos
suficientemente bien. Desafortunadamente, vamos con demasiada frecuencia a los
lugares de comida chatarra, no tanto por la comida, sino por los productos que
se ofrecen como complemento. Y, ciertamente, no puedo negar que la fiesta de tu
primito fue muy divertida. No obstante, espero que, el próximo año, sus padres
elijan un restaurante más sano. Se despide, tu amigo Gabriel.
Y que nos dices de la dieta de Maduro?
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