Mi esposa y yo tenemos un conflicto desde hace
tiempo ya: nuestra hija mayor, de tres años, aún duerme en nuestro cuarto.
Tiene una cama al lado de la nuestra. Pero, no sólo eso: es incapaz de quedarse
dormida en su propia cama. Yo, como imbécil que soy, tengo que esperar a que se
quede dormida con nosotros, y pasarla a su cama. Es, por supuesto, en vano,
pues en la madrugada ella regresa a la cama. Como no puede ser de otra manera,
mi esposa es alcahueta de todo esto.
¿Tiene miedo a los monstruos? No creo.
Su cama apenas está a medio metro de la nuestra, pero con todo, aún así se pasa
en la madrugada. ¿Necesita afecto? Quizás, pero eso me parece un chantaje, pues
bastante afecto recibe de nuestra parte. ¿Por qué, entonces, se pasa en las
madrugadas? Mi respuesta: porque no quiere que su madre y yo tengamos sexo.
Los psicoanalistas han inventado
todo tipo de teorías para explicar por qué los niños no quieren que los padres
tengan sexo: envidias, temor, inseguridades, etc. Yo prefiero una explicación
mucho más sencilla: la niña no quiere que los padres tengan sexo, porque
llanamente, no quiere tener hermanos.
En la especie humana, la infancia es
una etapa especialmente vulnerable, y requiere de muchos cuidados por parte de
los padres para poder sobrevivir. La llegada de un hermano supone una amenaza
al monopolio de los cuidados recibidos. Y, puesto que en la evolución, son
favorecidas aquellas conductas que propagan la persistencia de los genes del
individuo que exhibe la conducta, es previsible postular que en la selección
natural, han persistido genes que codifican hostilidad hacia los hermanos
rivales, y al mismo tiempo, genes que codifican conductas para sabotear la
actividad sexual entre los padres.
En algunas especies animales, los
individuos aún en su infancia matan a sus hermanos, más aún si no tienen el
mismo padre (pues, en concordancia con la famosa regla de Hamilton, si un
hermano apenas tiene el 25% de los genes, recibirá menos intensidad de
altruismo que un hermano que tenga el 50% de los genes). No ocurre tal cosa en
la especie humana, probablemente porque los humanos aún no son lo
suficientemente maduros como para tener la destreza de matar a sus semejantes.
Y, llegada ya la edad adulta, los hermanos dejan de ser rivales en el cuidado
de los padres, y en vista de que ya no son una amenaza, no es ya ventajoso
tratar de eliminarlos (al contrario, en tanto llevan 50% de los genes, conviene
favorecerlos, aunque en ocasiones, pueden seguir siendo percibidos como una
amenaza, y esto conduce al fratricidio).
Pero, el infante humano, si bien no
tiene un gen para propiamente matar a sus hermanos, seguramente sí tiene al
menos algunos genes para sabotear la fertilidad entre los padres. El bebé
succiona, no solamente para alimentarse, sino para asegurarse de que su madre
siga lactando. La lactancia, como se sabe, es un método anticonceptivo muy
eficaz.
También el niño puede llorar en la
madrugada, sólo para capar la atención. Según el antropólogo Nicholas Blurton
Jones, esto puede ocurrir en cerca del 20% de las familias en sociedades
urbanas, y es mucho más frecuente aún en familias de sociedades rurales. Y, por
supuesto, si el niño ya está en capacidad de moverse por cuenta propia, buscará
la manera de ir en el medio de los padres.
Esto puede tener un condicionamiento
cultural. La sociedad que valora el mimado de los niños, y el involucramiento
de los infantes en las actividades de los padres, seguramente tendrá una mayor
incidencia de este tipo de sabotaje. Supongo que en la sociedad victoriana
(notable por su frialdad y severidad hacia los niños), este tipo de conductas
no era tan común. Pero, yo tengo la sospecha de que esto tiene una firme base
genética, y que ya nuestros ancestros en la sabana africana, se molestaban de
no poder tener sexo con sus mujeres, porque llegaban los pequeños invasores a
sabotear la intimidad. De esa manera, el infantis
interruptus (así ha sido llamado por el politólogo Avi Tuschman) es parte
de la naturaleza humana, y dudo de que podamos modificarlo significativamente.
No hay otro remedio: los esposos tendrán que buscar otra hora del día para
tener relaciones sexuales, o si no, tendrán que aguantar la abstinencia
temporal impuesta por los dictadores infantiles.
Quizá esto le sirva (si es que ya no lo ha leído/escuchado): https://www.youtube.com/watch?v=y63Npo7GQoI
ResponderEliminarNunca lo había pensado, tal vez porque no tengo hijos. Supongo que la actitud de tu hija la ves como una conducta mecánica, no como si ella fuera consciente de que el sexo trae descendencia.
ResponderEliminarSí, claro, como en casi todos los mecanismos que explora la psicología evolucionista. Poca gente tiene en su mente el pensamiento explícito, "quiero pasar mis genes y que mis competidores no lo hagan".
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