Si el
Corán fue dictado directamente por Dios, cabría esperar que tuviera un carácter
extraordinario. Si Dios es perfecto, cabe esperar que sus palabras también lo
sean. En el mismo Corán, con gran pedantería, se dice que ningún ser humano
podría igualar lo que se recita en el Corán (10:37-38). Los musulmanes muchas
veces asumen esto con bastante seriedad.
La
verdad es que el Corán no es nada del otro mundo. Thomas Carlyle, el célebre
historiador inglés, describió el Corán como “una estupidez insoportable… nada
pero un sentido del deber podría llevar a un europeo a través del Corán”. En tanto el Corán tiene rítmica y rima, mucho se pierde cuando
se traduce. Pero, por lo general, la buena literatura es aquella que sale
fortalecida aún en las traducciones. Lamentablemente, no es el caso del Corán.
La
Biblia podrá decir muchas tonterías, y si bien tiene varios libros
aburridísimos, por lo general, los autores bíblicos fueron muy hábiles en
contar historias. Si la Biblia, como la mitología griega, ha dado pie a tantas
películas, ha de ser porque sus autores eran buenos narradores. No así el
Corán. El Corán, es un conjunto de recitaciones que Mahoma
dio a lo largo de su vida, en muy distintos contextos. Y, la forma de compilar esas recitaciones fue bastante desordenada.
El resultado, pues,
es un libro sin cronología, tremendamente repetitivo, incoherente, compuesto en
un estilo exclamativo muchas veces difícil de captar, e inmerso en un contexto
que el texto no procura explicar (en vista de lo cual, es sumamente difícil
entender a qué se refiere cada verso; para intentar hacerlo, es necesario
acudir a las fuentes complementarias, como el jadiz y las biografías de Mahoma). Si hemos de utilizar a alguna
pieza literaria para intentar probar que Dios existe, Cervantes o Shakespeare
son mucho más oportunos que el Corán.
Algún
relativista podrá saltar a decir que el Corán no es defectuoso, sino que
sencillamente no se ajusta a los gustos occidentales, acostumbrados a la
coherencia, el orden narrativo, el crescendo
en la trama, etc. No convence este argumento, pues las Mil y una noches es un gran texto que los propios musulmanes saben
apreciar, y que tiene muchísimo más valor literario que el Corán. Pero, por
ahora, asumamos que, en cuestiones estéticas, es difícil juzgar, y aceptemos
que, el hecho de que a nosotros el Corán nos parezca aburridísimo, no invalida
el alegato musulmán de que se trata de una creación divina perfecta sin
mediación humana.
Con
todo, en el Corán hay muchísimas imperfecciones que no cabría esperar, si de
verdad fuese obra directa de Dios. Por ejemplo, en tanto se supone que el Corán
viene directamente de Dios, la mayoría de sus versos están recitados como si
fuese el mismo Dios quien habla. Esto es consistente con la idea de que, Mahoma
es apenas el mensajero que recita, pero el verdadero locutor es el propio Dios.
Pero, hay varios pasajes en los cuales, claramente, no es Dios quien habla.
Esto ya hace el texto bastante imperfecto.
Veamos
algunos de estos versos. El Corán empieza así: “En el nombre de Dios, el
clemente, el misericordioso. La alabanza a Dios, señor del los mundos. El
clemente, el misericordioso [¿no se había dicho esto ya hace apenas un verso?].
Dueño del día del juicio. A ti te adoramos y a ti te pedimos ayuda” (1:1-5).
¿Dios se auto-adora y se pide ayuda a sí mismo?
He acá
otro: “¿Desearé, prescindiendo de Dios, a otro juez, si él es quien os hizo
descender el libro en detalle? Aquellos a quienes les dimos el libro saben que
él ha descendido procedente de tu señor con la verdad. ¡No estéis entre los
escépticos!” (6:114). Claramente, quien recita habla sobre Dios; no es Dios mismo hablando. Mahoma, por lo visto, muchas
veces confundía aquellas recitaciones en las cuales él personalmente postulaba
algo, y aquellas en las cuales asumía el papel de Dios.
Además
de estas incoherencias respecto a quién es el que dicta los versos, muchos
filólogos han detectado errores gramaticales en el Corán. En un libro como
divulgativo como el presente, no viene al caso ofrecer los detalles técnicos
(de una lengua que, admito, no domino). Pero, podemos confiar en investigadores
como Theodor Nöldeke, quienes han ofrecido análisis de cómo el Corán no cumple
las reglas gramaticales del árabe clásico: incurre en incoherencias sintácticas
y numéricas, uso erróneo de casos acusativos, entre otros.
La ignorancia es el peor defecto del hombre.
ResponderEliminarInfórmate bien y luego opina.
He leido partes del llamado "Sagrado Corán" en español (castellano)..en verdad para nosotros occidentales no le veo sentido...exposiciones copia del antiguo testamento judio, pero acusando a los hebreos de no cumplirn los preceptos...altamente repetitivo..el resto va y viene con lo que presumimos son #reglas# de comportamiento y de nuevo las amenanzas...el CIELO...pues erotico, frutas y rios que fluyen , jovenes sirviendo en copas de cristal...mil y una noche pues....Realmente NO le encontre ningun sentido mistico religioso....Será nuestra mentalidad #cuadrada#....Jesus nos enseño solo sobre el amor a Dios y a nuestro projimo...y para una eventual salvación....luego el apocalipsis (no verificada su autoria por Juan en Patmos) si esta plena de amenazas y horrores....Bien esos son mis comentarios. Realmente me gio por el Nuevo Testamento, sin Apocalipsis, el antiguo vaya ud a saber si Dios Padre ordenaria degollar hombres mujeres, niños, siervos, ganado etc en Jericó y otras ciudades...amen de la trampa de jacob no castigada...
ResponderEliminarEdgar.. pero se respeta la creencia de cada quien.. no se sienta nadie ofendido...tal vez soy ignorante...si..no soy teologo ni nada por el estilo...Saludos
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