Hugo Chávez fue infame por proponer
disparates de toda índole. Sugirió que el hombre nunca llegó a la luna, y
también que en Marte había existido una civilización que se extinguió por culpa
del capitalismo. Otro de esos disparates que resultaron de antología, fue la
propuesta de regresar al trueque: en vez de hacer circular dinero, Chávez
propuso el intercambio de bienes y servicios.
Predeciblemente, fue el hazmerreír
de muchísima gente. Fue visto como otro de sus ingenuos arrebatos
primitivistas. Pero, deseo reivindicar a Chávez en este punto. Venezuela, como
todos los otros países del planeta, tiene una economía controlada por el
Estado, a través de un banco central. El banco central tiene el control de la
moneda, impone tasas de interés, regula precios, y más importante aún, decide
el volumen de la masa monetaria, mediante la impresión de billetes.
A mediados del siglo XX, los países
del mundo acordaron en el tratado de Bretton Woods que la masa monetaria de
cada país necesitaría tener una correspondencia con las reservas de oro. De esa
manera, se adquiría el compromiso de limitar la impresión de billetes. Pero, el
sistema de Bretton Woods fue suprimido por Richard Nixon en la década de 1970,
y hoy, no hay correspondencia entre el oro y los billetes, en vista de lo cual,
cada banco central básicamente tiene la libertad de imprimir la cantidad de
billetes que le plazca.
Cuando los Estados tienen un déficit
y necesitan recaudar fondos, imprimen billetes, y así saldan sus cuentas. Pero,
por supuesto, con el aumento de la masa monetaria sin el respaldo de la
producción, los billetes pierden su valor, y se genera una tremenda inflación.
Es la tragedia que vivió Alemania durante el período de la república de Weimar,
y es la dificultad por la cual ahora atravesamos los venezolanos. Al controlar
la circulación de billetes, el Estado tiene facilidad para depredar riquezas a
los ciudadanos: basta con imprimir billetes, para que el Estado se enriquezca
con los billetes que ahora tiene, pero como contraparte, los ahorros de los
ciudadanos pierden su valor, y así, la población se empobrece.
En vista de que esto es muy
ventajoso para los Estados (pero no para la población), éstos se han asegurado,
no sólo de controlar la economía, sino también de que no haya monedas privadas.
En muchos países del mundo, es delito comerciar con una moneda que no sea la
nacional: dos personas no pueden hacer una transacción privada notoria con,
supongamos, fichas de póker.
Pero, precisamente, ha habido grupos promotores
del capitalismo liberal que, para combatir el monopolio estatal de la moneda
(y, especialmente, su corolario: la inflación), se han aventurado a desafiar
esas regulaciones y han generado monedas privadas. Con esto, los productores de
moneda privada pretenden ganarse la confianza de sus usuarios, al asegurarles
de que, a diferencia del banco central, se puede confiar en que ellos no
imprimirán billetes sin control, y así, la inflación se mantendrá limitada, y
el dinero no perderá su valor. El caso más reciente de estos desafíos fue el
del “dólar de la libertad”, una moneda alterna producida por Bernard Von
Nothaus; hoy, este señor está tras las rejas.
La propuesta de trueque de Chávez es
(seguramente sin que el propio Chávez se percatara) suficientemente cercana a
la idea de una moneda privada, propuesta por los ultraliberales. Obviamente,
hay dificultades prácticas, que justamente han sido criticadas: ¿cómo
intercambiar el valor de media vaca?, ¿cómo transportar la riqueza para una
transacción?, etc. Pero, hay algo atractivo en la propuesta, por los mismos
motivos que exponen los liberales: permite que haya transacciones privadas sin
la mediación del Estado, y protege el valor de las mercancías frente a la
inflación que ocasiona el control que el banco central ejerce sobre la moneda.
El trueque, tal como lo planteó Chávez
es, por supuesto, una memez. Pero, sí es atractivo el principio que subyace: la
oportunidad de hacer transacciones privadas sin que la intervención depredadora
de un tercero afecte el valor de las mercancías intercambiadas. Vivimos tiempos
de crisis en Venezuela, en buena medida por la inflación que atravesamos,
producto de la producción desmedida de masa monetaria a cargo de nuestro banco
central. Quizás, frente a esta crisis, debamos plantearnos asumir los principios
del trueque y la moneda privada. Quizás no necesitemos ser tan radicales y
plantearnos la aparición de monedas privadas, pero al menos sí proponer en las
relaciones internacionales un regreso al patrón oro. Ésta sería una empresa muy
a largo plazo. Pero, en el entretiempo, podemos intentar presionar a los
políticos para que pongan freno a la impresión de billetes, y el Estado asuma
con austeridad el déficit que enfrenta.
Prof. Andrade muy interesante su planteamiento. Si es posible me interesaria conocer su opinion acerca de la crypto-currencies y la tecnologia blockchain, como intrumentos de cambio alternativos. De antemano, gracias.
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