Recientemente
debatí en privado con el filósofo Andrés Carmona a propósito de los impuestos.
Él, desde su postura política de izquierda, defiende un Estado de bienestar que
se sostenga con impuestos para cosas como la salud y la educación. Mi corazón
lo acompaña, y si he de votar, lo haría por un político que proponga estas
cosas. Pero, cuando me pica el gusano filosófico, me entra alguna inquietud.
Pues, la lectura de los libros de Robert Nozick y otros libertarios ha causado
gran impacto en mí, y creo que nadie hasta ahora ha dado una respuesta
satisfactoria a sus argumentos.
El
argumento de Nozick es básicamente éste: los impuestos son una forma de
esclavitud. En el debate, Carmona decía que todo depende de lo que entendamos
por “esclavitud”, y así, en su criterio, los impuestos del Estado de bienestar
no constituyen una forma de esclavitud. Pero, a mí me parece que “esclavitud”
tiene una definición muy precisa: trabajo forzado. El impuesto es una variante
de la esclavitud, pues si bien no obliga a nadie a trabajar, sí obliga a la
gente a entregar parte del fruto de su trabajo. Aun si esos frutos del trabajo
se destinan a cosas buenas (como, por ejemplo, todos los beneficios del Estado
de bienestar), no por ello deja de ser esclavitud. Si en vez de construir
pirámides para la vanidad de los faraones, los trabajadores egipcios hubiesen
construido hospitales cuyos servicios el pueblo hubiese disfrutado, eso no
haría que esos trabajadores dejasen de ser esclavos. Habrían seguido siendo
esclavos, pues se les depredaba de su trabajo. El contribuyente fiscal al
Estado de bienestar es esclavo, pues se le depreda del fruto de su trabajo.
Carmona
luego invocó un argumento muy interesante: el de las externalidades positivas.
He escuchado este argumento en otras ocasiones. Es el siguiente: hay ciertos servicios
que todos disfrutamos (como la educación y la salud), pero si se el Estado
dejase de cobrar impuestos, no sería posible sostenerlos. No obstante, no se
puede dejar al criterio de cada quien si se paga o no, pues si sólo unos pagan
estos servicios, otros se aprovecharían, y habría una relación de parasitismo.
Aun si una persona no recibe directamente educación, se beneficia de ella, pues
al vivir en una sociedad con mayor nivel de educación, mejora su nivel de vida.
Si esa persona no pagase impuestos, se estaría aprovechando de los demás, al
recibir un beneficio sin pagarlo, mientras que los otros sí lo pagan.
A simple
vista, es un argumento razonable. Pero, a mí no me convence. De hecho, ha
habido filósofos que le han encontrado algunas fallas. David Hume, por ejemplo,
vivió un caso personalmente: tenía una casa en Edimburgo, y la alquiló a un
inquilino. Este inquilino decidió que había que hacer unos arreglos, los hizo,
y luego los cobró a Hume. El filósofo reclamó que él no había pedido esos arreglos, y por ende, no debía nada. El caso
fue a un tribunal, y al final, el juez dio la razón a Hume. Lo importante a
destacar acá es que, aun si Hume salió beneficiado con los arreglos, él no los pidió. Y, en vista de que no
hubo consenso, no hay justificación moral para cobrarle.
Algo
similar pasa con los impuestos y las externalidades positivas. Sí, la educación
pública beneficia a todos los que viven en esa sociedad, aun quienes no la reciben
directamente. Pero, esa gente no ha
pedido disfrutar de ese servicio. Y, esa ausencia de consenso hace muy
difícil justificar el cobro.
Consideremos
un caso más emblemático, uno que se discute frecuentemente al tratar el tema de
las externalidades positivas: el wifi en un edificio. El wifi es un ejemplo
paradigmático de externalidad positiva, pues si no está protegido con una
clave, muy fácilmente, permite que un gorrón se conecte gratis, mientras que el
propietario del aparato debe correr con los gastos. Es parasitismo puro y duro.
Ahora bien, aun en el caso de que yo me haya beneficiado del wifi gratis de mi
vecino en alguna ocasión, ¿tiene mi vecino el derecho a venir a cobrarme porque
yo me he aprovechado de él? Yo diría enfáticamente que no.
Hay, por
supuesto, casos en los que yo sí daría la razón a Carmona. El mismo Nozick dice
que la seguridad genera externalidades positivas (es fácil gozar de seguridad
policial cuando otros la pagan), y por ello, Nozick sí justifica el cobro de
impuestos para mantener un Estado que ofrezca seguridad. Un caso aún más
emblemático, me parece, es el de las vacunas: hay gente (curiosamente, los más
pijos) que no se vacuna, pero si un 95% de la población está vacunada, este 5% restante
de la población, aun no estando vacunada, igualmente queda protegida con la
inmunidad grupal. Este 5% es obviamente una sarta de gorrones. En asuntos de
vacunas, yo no soy partidario de respetar el criterio de cada quien.
Ahora
bien, la pregunta fundamental es: ¿es el Estado de bienestar más parecido a los
casos de las vacunas, o a los casos del wifi gratis? Yo diría que, por lo
general, es más parecido a los casos del wifi gratis. Por lo menos en el país en el cual vivo, el Estado ofrece un montón de cosas que no son cuestión de vida o muerte,
y que yo no he solicitado, pero para lo cual igualmente me cobra impuestos.
Por
último, quisiera considerar una objeción que se podrá levantar. Alguien dirá
que es falso que yo no haya solicitado las cosas que me ofrece el Estado. Con
elecciones democráticas, se me consulta, y cuando la mayoría aprueba a tal
candidato, indirectamente está aprobando el deseo de que el Estado me ofrezca
esto o aquello. Este argumento resulta peligroso, pues puede avalar una tiranía
de las mayorías, y sospecho que en esto, Carmona sí estará de acuerdo conmigo.
Puede ser que, en mi edificio, haya diez vecinos propietarios de wifi, y sólo
dos sin wifi. Aun si los diez vecinos votan a favor de cobrar a los otros dos
vecinos debido a la externalidad positiva, esa mayoría no tiene el derecho de
imponer el cobro a los otros dos vecinos.
En fin,
como he dicho, a nivel práctico, yo tengo más simpatías por los políticos que
ofrecen el Estado de bienestar, que por los políticos insensibles que no les
importa que los más pobres queden desamparados. Pero, a nivel filosófico, no
creo que el argumento de las externalidades positivas sea muy contundente, y
creo que el reto de Nozick y otros libertarios sigue vigente.
FELICITACIONES
ResponderEliminarCOMPADRE
Gracias.
Eliminar¿Dónde puedo leer esta anécdota de Hume?
ResponderEliminarEstoy en las Islas Marshall, y no me traje libros. Pero, si me das un par de días, la puedo ubicar y te digo.
EliminarPerfecto.
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