La
película American Sniper, dirigida
por Clint Eastwood, se proyecta como batidora de récord de taquilla en EE.UU. Trata
sobre la vida de Chris Kyle, un francotirador norteamericano que tuvo en su
cuenta más de centenar y medio de víctimas en su servicio en Irak.
Un filme
como éste inevitablemente generará mucha controversia, como de hecho, está ya
ocurriendo. No llega al nivel de brutalidad de la saga de Rambo, pero, celebrar
a un personaje que en la vida real (Rambo al menos es ficticio) ha matado a
centenar y medio de personas, no en batalla abierta, sino escondiéndose quién
sabe dónde, herirá la sensibilidad de muchos. El cineasta Michael Moore, por
ejemplo, dijo en un tweet que en su familia, cultivaron el odio a los
francotiradores, pues hacen sus hazañas de forma cobarde, en la clandestinidad.
A mí no
me gustó la película, pero creo que la lluvia de críticas negativas que han
caído sobre ella, son en su mayoría injustas. La película me desagradó porque,
predeciblemente, no es suficientemente crítica con las fuerzas armadas
norteamericanas, y la guerra en Irak. Hay un despliegue continuo de
patrioterismo barato, sobre todo en la escena final, la cual muestra con
imágenes reales, el funeral de Kyle. Y, por supuesto, los iraquíes siempre son
sucios, feos y traicioneros.
Estando en Irak, el
personaje de Kyle empieza a odiar a un francotirador iraquí rival, al punto de
deshumanizarlo, pero en ningún momento se plantea que ese francotirador forma
parte de una resistencia frente a un invasor ilegítimo. En ningún momento Kyle
se pregunta si las armas nucleares que sirvieron de excusa para invadir Irak,
aparecerán algún día. Kyle continuamente reprocha a los terroristas islámicos
por el daño que hacen, pero no asoma ni un ápice de reproche a los políticos
norteamericanos que decidieron la invasión de Irak que, como hoy sabemos, nada
tuvo que ver con la lucha contra el terrorismo.
La película explora
tenuemente el daño psicológico por el cual atraviesa un soldado y su familia.
Pero, al final, el espectador se lleva la impresión de que el mensaje es: no
importa, es necesario hacer ese sacrificio por la patria. El propio Kyle murió
en EE.UU., a manos de un veterano que sufría síndrome de estrés
post-traumático, una enfermedad bastante común entre los soldados que han ido a
la guerra. La película casi no explora la epidemia de esta enfermedad entre los
soldados de EE.UU.
Ahora bien, la crítica
más común que se ha hecho desde la izquierda, no es tanto a la película, sino
al propio Kyle. Y, se le reprocha ser un psicópata, pues nadie normal tiene en
su haber centenar y medio de muertes. La crítica a la película consiste, no
tanto en su patrioterismo o presentación acrítica de la guerra de Irak, sino en
la glorificación de un psicópata.
Yo sospecho que,
efectivamente, para matar a tanta gente, Kyle debió haber sido un tipo con poca
empatía (el psicópata no tiene empatía) ante el sufrimiento de los demás. Pero,
si el Kyle real era como se presenta en la película (y, según testimonios de
gente cercana, sí se parece bastante), entonces el francotirador sí es una
persona muy empática, pues siente con gran pasión la camaradería que se
desarrolla entre soldados.
El hecho de matar a
centenar y medio de personas no es
intrínsecamente objetable. Michael Moore, por ejemplo, en su tweet dejaba
entrever que todo francotirador es un ser despreciable. Pero, yo no lo creo
así. Los francotiradores no son criminales de guerra, y sus tácticas están
permitidas bajo la doctrina de la guerra justa. La misión del soldado es matar
a los combatientes enemigos. Si el centenar y medio de personas que mató Kyle
eran combatientes, entonces, en realidad, no hay nada que reprochar (y mucho
que celebrar, pues ésa es su legítima misión).
Ciertamente, la
guerra en la cual luchó Kyle fue injusta. Pero, eso es responsabilidad de los
políticos que tomaron la decisión de enviar a los militares a luchar en esa
guerra. La responsabilidad de los militares no está en el ius ad bellum (la ley que rige el derecho de ir a la guerra), sino
en el ius in bello (la ley que rige
el derecho una vez que se ha entrado en la guerra). Y, francotiradores como
Kyle no necesariamente violan el ius in bello.
Si Kyle hubiese matado
civiles inocentes, entonces sus acciones sí serían criminales. Pero, al menos
como lo presenta la película (quizás la vida real fue distinta, pero nunca lo
sabremos), Kyle nunca mató a civiles inocentes. Mató a una mujer civil que, al
tomar una granada e intentar lanzarla, renunció a su estatuto civil y se
convirtió en combatiente. Y, en una escena bastante dramática de la película,
Kyle está a punto de matar a un niño que se dispone a disparar un mortero (ese
niño, sin importar su edad, también sería un combatiente, y un objetico
legítimo de ataque), pero Kyle es renuente a disparar; al final, el niño
abandona el mortero, y Kyle aborta el disparo, en un momento de gran tensión.
Si de verdad Kyle tuvo
tanto cuidado distinguiendo a civiles de combatientes, merece todos mis
elogios. Supongo que habrá francotiradores que no hacen estas distinciones, y
no les importa matar a inocentes. Pero, no podemos meter a todos los
francotiradores en el mismo saco. Debemos reprochar al francotirador que se
comporta como terrorista y mata inocentes; pero no podemos reprochar al
francotirador por el mero hecho de serlo.
El 25% de los norteamericanos tiene por rutina ir al cine, mercado cautivo que alienta a Hollywood a producir cualquier cosa
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