Venezuela
atraviesa por una gran crisis económica, pero el daño que Chávez hizo a ese
país no fue solamente material. Quizás aún más relevante es el daño intelectual
que hizo a los treinta millones de venezolanos, con sus indiscutibles dotes
comunicacionales. Chávez continuamente chantajeó con dos mitos que se
complementan mutuamente: la leyenda negra y el buen salvaje.
Según
estos mitos (vale decir, ya existían desde mucho antes de Chávez), los
indígenas vivían en un paraíso terrenal, y la conquista y colonización Española
acabó con aquella época dorada, sólo para traer desgracias. No cabe negar que,
en efecto, en la conquista hubo toda clase de abusos. Hernán Cortés no es
ningún héroe. Pero, tampoco lo es Moctezuma: las condiciones de las sociedades
prehispánicas eran tremendamente opresivas, y es sensato admitir que, junto a
las armas y los gérmenes, los conquistadores tuvieron la ventaja de contar con
el apoyo de grupos indígenas oprimidos por los propios imperios y sistemas
despóticos que predominaban en la región.
Caben
admitir todos los abusos de la conquista, pero es igualmente sensato reconocer
el aporte civilizatorio de España. Las bases del pensamiento científico estaban
en Europa, no en América, y gracias a la llegada de los españoles, se trajeron
a este continente. Hoy disfrutamos de ese aporte, cada vez que curamos una
enfermedad con antibióticos, o utilizamos tecnologías que hacen nuestras vidas
más placenteras.
No
obstante, en nombre de la lucha contra el colonialismo, gente como Chávez ha
querido vendernos la idea de que la ciencia no merece un privilegio. En esto,
se hacen eco de los defensores del relativismo cultural (que lamentablemente
abundan en las escuelas de antropología), quienes dicen que todo vale, que no hay
culturas mejores que otras. Según esta narrativa, cuando un científico le dice
a un chamán indígena que está equivocado al decir que las enfermedades no son
causadas por espíritus, sino por gérmenes, eso es un acto de “violencia
epistemológica”, como si educar científicamente a la gente fuese afín a matar
indios, como si Galileo o Newton fueran personajes tan detestables como Cortés
o Pizarro.
Para
aquellos de nosotros que no caemos en este chantaje, esto siempre debió ser
suficiente motivo para rechazar a Chávez y su demagogia indigenista. Pero,
insólitamente, la oposición a Maduro quiere ahora vencer al chavismo en su
propio juego, y para ello, exacerba aún más el indigenismo.
Liborio
Guarulla, el gobernador de Amazonas, ha sido inhabilitado políticamente por
quince años. Esa medida es claramente injusta, una burda técnica de atropello
político que Chávez perfeccionó, y que ahora Maduro le da continuidad. Pero, en
vez de protestar contra ella señalándola como una burda táctica que Chávez
empleó con mucha otra gente (incluyendo a Leopoldo López, y ahora a Henrique
Capriles), Guarulla prefiere acudir al chantaje indigenista: en su
interpretación de los hechos, él está siendo inhabilitado, porque es indio. Al
chavismo se le puede acusar de muchas cosas, pero no de racismo contra los indios, pues precisamente, el chavismo
siempre se dio a la tarea de enaltecer irracionalmente a los indígenas por
encima de otros grupos étnicos. Los líderes chavistas siempre fueron muy
hábiles en el chantaje indigenista (promoviendo la idea de que, a toda costa,
los indios siempre tienen la razón), y siempre tuvieron una gran disposición a
acusar a sus adversarios de ser racistas. Guarulla ahora pretende ganarles la
partida con esa misma táctica.
Peor
aún, Guarulla lleve ahora a un nivel más extremo la irracionalidad indigenista,
al invocar públicamente espíritus y maldiciones pronunciadas por chamanes. Incluso,
ha convocado una marcha de chamanes para colectivamente pronunciar la maldición
del Dabucurí, la cual, supuestamente, hará que la oligarquía chavista sufra infortunios.
Cada quien es libre de creer lo que quiera, pero en una república supuestamente
laica, no cabría esperar que un funcionario público haga uso de los medios de
comunicación para promover creencias religiosas y visiones mágicas del mundo.
En
Europa, la izquierda pondría el grito en el cielo si un político católico
convocara públicamente un auto de fe, y organizara una
marcha de exorcistas en contra de algún gobierno. Justamente, esos
izquierdistas europeos considerarían que esa marcha sería un remanente de una
rancia mentalidad medieval. En América, los izquierdistas también tendrían esa
reacción, pero sólo si se trata de
prácticas cristianas. Los indígenas tienen un trato preferencial: con
ellos, no hay problema si mantienen su mentalidad medieval y la llevan a la
esfera pública.
Esta
inconsistencia de la izquierda frente al laicismo y la secularización, ha hecho
que mucha, muchísima gente se desencante de los supuestos progres. En parte,
eso explica el ascenso de políticos como Marine Le Pen y Geert Wilders, quienes aun
siendo representantes de la extrema derecha, defienden más robustamente el laicismo
que la izquierda que es muy dura con la religión cristiana, pero muy suave con
todas las demás.
Pero,
lamentablemente, la derecha venezolana, en vez de aprovechar esa oportunidad
para reafirmar su compromiso laico, pretende ser más indigenista que la propia izquierda.
Y así, en vez de tratar de desvincularse de la payasada de Guarulla, la
celebra, invocando los mismos típicos argumentos relativistas e indigenistas con
los cuales Chávez quiso chantajearnos por tanto tiempo.
Aún
están a tiempo de corregir. De hecho, si la derecha decide participar en la
Asamblea Constituyente que Maduro ha convocado (y, duele admitir, es inmoral
pero no ilegal, precisamente porque la Constitución anterior la permite, y ésa
es una falla que se debería corregir en la hipotética nueva constitución),
entonces habría aún una nueva oportunidad para hacer las debidas correcciones.
Pues, en la actual constitución, hay una serie de privilegios especiales dados
a los indígenas, que promueven el tipo de mamarrachadas que protagoniza
Guarulla. A fin de poner término a los chantajes indigenistas, una prioridad de
los constituyentes de la oposición debería ser eliminar esos privilegios.
Saludos, Gabriel. Estoy de acuerdo contigo en lo que expresas en el grueso del artículo. Solo discrepo en dos puntos específicos. Primero, ¿a quiénes te refieres con "derecha venezolana? Se me hace extraño que comentes eso después de haber expresado el daño intelectual que ha hecho el chavismo con sus dotes comunicacionales; uno de esos daños es la ignorancia política que tenemos hoy día en términos políticos y esa dicotomía de que toda la oposición es derechista y la izquierda es del gobierno, lo cual es falso, la mayoría de partidos opositores son de izquierda.
ResponderEliminarY segundo, estoy en desacuerdo en que la ANC es legal. Lo fuera si se llevará a cabo como establece la Constitución, el artículo 347 dice que es el pueblo quien la debe convocar, el 348 le permite al presidente tener solo la iniciativa. Y creo que la única manera en que el pueblo la puede convocar es a través de un referendo.
Eduard, estoy de acuerdo contigo en el primer punto, pero no en el segundo. Ciertamente, en la oposición hay gente valiosa de izquierda.
EliminarAhora bien, discrepo sobre la legalidad de la AN. El 347 dice que el pueblo la puede convocar, pero no dice que la única forma de convocarla sea a través de un referéndum. Eso es una interpretación que estás añadiendo tú. Tal como está redactada, esa Constitución permite perfectamente que el Presidente la promueva (348) sin que haya referéndum. Se podría interpretar que, el tanto el pueblo eligió al Presidente, éste está facultado para, en nombre del pueblo, convocar la AN. La Constitución del 99 es una basura, precisamente porque permite abusos como éstos. En vista de eso, yo creo que la oposición debería ir a esa constituyente, y asegurarse de redactar una constitución que corrija todos esos errores.
Buenas noches. Espero que pueda leerme aunque escribo mucho tiempo después de la publicación de este artículo. Le busqué en Twitter pero a juzgar por su actividad, pensé que este era un mejor medio para responder (si me equivoco, por favor corríjame).
EliminarRespecto a la ANC y la constitucionalidad de su convocatoria, probablemente llegue tarde y quizá usted haya cambiado de opinión. Pero en caso contrario, quiero expresar sintéticamente mi opinión como abogado.
El 347 habla de convocatoria, sin palabras "intermediarias". En cambio, el 348 se refiere a quienes tienen INICIATIVA de convocatoria. Si el espíritu constituyentista hubiese sido el de que el presidente pudiera convocar una ANC directamente, no habría incluido esa palabra INICIATIVA.
En Derecho debe tenerse iniciativa como sinónimo de propuesta. Es decir, quien tiene la iniciativa propone a otro ente (el pueblo, en este caso) un tema (la convocatoria, en este caso). La CRBV y la ley no pueden interpretarse forzadamente para darle un sentido que no prevé. El análisis jurídico demuestra que Maduro no puede convocar, solo tiene la iniciativa de proponer al pueblo que convoque una ANC en referendo. Si bien la CRBV es cierto que NO da la potestad "exclusiva" (con el "solo") al pueblo para la convocatoria, tampoco le da esa facultad a ningún poder constituido. Para terminar, toda facultad o atribución de los poderes públicos debe estar perfectamente atribuida en la CRBV, y no pueden concluirse atribuciones extra a partir de interpretaciones.
Un saludo.