miércoles, 2 de septiembre de 2015

Los barí, la cigüeña, y la educación intercultural

            Hace algunos años, Richard Dawkins propuso enseñar en los colegios que los bebés son aportados por la cigüeña. ¡¿Qué?! ¿El ultra-racionalista Dawkins proponiendo semejante barbaridad? Obviamente, fue una propuesta sarcástica. Los creacionistas habían formulado una nueva teoría, el Diseño Inteligente (en realidad, es más del viejo creacionismo, sólo que con nuevos términos), y solicitaban que se enseñara en las escuelas como alternativa a la teoría de la evolución. Los creacionistas decían que lo más democrático y pluralista sería “enseñar la controversia”. Dawkins, frente a semejante solicitud, la redujo al absurdo diciendo que, si se trata de enseñar controversias como ésas, pues entonces, deberíamos también enseñar como alternativa a la versión científica de la reproducción humana, el viejo cuento según el cual, los bebés vienen de la cigüeña.

            Es muy fácil burlarnos de esos trogloditas creacionistas. Vienen de la más rancia extrema derecha norteamericana, la misma de Reagan y Bush, quienes llevados por el fundamentalismo religioso más embrutecedor, se oponen al progreso científico. Lamentablemente, olvidamos que la izquierda supuestamente progresista, también participa de estas barbaridades. Y, propone también enseñar un mito parecido al de la cigüeña.
            En América Latina, la izquierda promueve aquello que ha venido a llamarse la “educación intercultural”. Frente al pasado colonialista, frente al sufrimiento de los pueblos indígenas desde que llegó aquel almirante genocida hace cinco siglos, es necesario hacer justicia. Esa justicia no consiste solamente en restituir tierras despojadas, consiste también en respetar y revitalizar la cultura de los nativos. Para evitar ser colonialistas, nos dice la izquierda, debemos evitar imponer las concepciones culturales occidentales sobre ellos. Y, en el plano de la educación, esto es muy importante: la educación debe transmitirse siempre respetando y valorando las costumbres y creencias nativas.
            Pues bien, hay indios que enseñan cosas parecidas al mito de la cigüeña. Tomemos, por ejemplo, a los barí de la región donde vivo, el estado Zulia en Venezuela. Los barí creen que el semen de varios hombres puede contribuir a la formación de un feto. De hecho, es habitual que las mujeres barí tengan varios compañeros sexuales, y que éstos sirvan como padres a los niños. Así pues, un niño barí puede ser criado y protegido por varios hombres, y esta costumbre se fortalece con la creencia de que todos esos hombres han contribuido a la formación biológica del niño.
            Yo mismo he conocido barís que aseguran que aquellos niños con más de un padre, gozan de una protección adicional. Y, el antropólogo Stephen Beckerman, que ha estudiado este fenómeno de cerca, lo confirma. Desde un punto de vista antropológico, esta creencia es muy funcional, y sirve como adaptación para asegurar la óptima crianza de niños en un ambiente relativamente hostil, como lo es la Sierra de Perijá.
            Sí, la creencia en la paternidad compartida puede ser bastante funcional, y puede estar muy enraizada en la cultura barí. Pero es falsa, tan falsa como que los niños son entregados por la cigüeña. Y, lo lamento, no hay nada que negociar con esa creencia. El deber del educador es sencillamente erradicar esta creencia, y si a eso lo quieren llamar “colonialismo”, pues ¡seamos colonialistas! Pueden entenderse los motivos históricos y culturales que yacen tras esta creencia, pero insisto, el deber del educador es erradicarla, del mismo modo en que se debe erradicar la creencia en la cigüeña (y, dicho sea de paso, también en esta creencia podemos encontrar motivos históricos y culturales).

Los promotores de la “educación intercultural” se empeñan en buscar alguna forma de conciliación entre los hechos científicos y las creencias nativas. Pero, son ilusos: pretenden conciliar lo inconciliable. Sí, probablemente el informarle a un barí que el espermatozoide de un solo hombre forma el feto, será catastrófico para su cosmovisión. Pero, insisto, esto no nos debe importar un comino: con la verdad no se ofende, y si al barí no le gustan los hechos, tanto peor para él. Hoy, los izquierdistas piden respecto a las creencias precientíficas de los nativos, lo mismo que los derechistas norteamericanos piden respecto a las creencias precientíficas de los fundamentalistas religiosos: que se enseñen en la educación pública a la par de las teorías científicas, todo en nombre del pluralismo.

Asumo que la derecha religiosa fundamentalista es ya una causa perdida. Con esa gente no se puede razonar. En cambio, asumo que aún queda en la izquierda algo de racionalidad, aunque cada vez menos. Y, si la izquierda quiere recuperar la racionalidad que le inyectaron sus fundadores en el siglo XIX (precisamente los forjadores del “comunismo científico”), entonces debe recapacitar, y comprender que, no se deben defender estupideces en el nombre de la lucha contra el colonialismo. La izquierda debe aceptar que los indígenas sí deben renunciar a parte de su cultura, sí son cognitivamente inferiores (o, para no ofender tanto, son “pre-operacionales”, como los habría llamado Piaget), y que sólo la educación occidental puede sacarlos de ese estado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario