jueves, 24 de enero de 2013

El chavismo radical y Malí



         Siempre hay un sector de la izquierda que, como este caricaturista, se opondrá a las bombas. Pero, por supuesto, se opondrá a las bombas sólo si éstas proceden de alguna potencia occidental: no se opuso cuando Cuba atacó Angola o la URSS bombardeó Afganistán. Lo curioso, no obstante, es que el presidente francés que autorizó la intervención en Malí procede del propio partido socialista de su país. Y, el gobierno de Hugo Chávez en Venezuela, el cual recurrentemente critica las intervenciones occidentales en África y el Medio Oriente, misteriosamente calla frente a la intervención francesa en Malí.
            En realidad no sorprende que el gobierno de Chávez permanezca callado frente a la intervención francesa en Malí. Amadou Toumani Touré, un firme aliado de Chávez, fue presidente de ese país hasta inicios del 2012. Tribus tuareg, en el norte de Malí, iniciaron una campaña militar, reclamando secesión para conformar un nuevo país, Azawad. Touré tuvo dificultad en manejar esta situación, y en esta coyuntura, sus militares le dieron un golpe de Estado.
Aprovechando el caos político, los Tuareg avanzaron en su ofensiva, pero además, contaron con el apoyo de un grupo insurgente islamista, Asnad Dine. En poco tiempo, los islamista tomaron control de la ofensiva, y su objetivo ya no era apoyar la secesión de Azawad, sino gobernar todo Malí con la shariah, la ley islámica. A medida que Asnad Dine avanzaba, imponía una severa versión de la shariah (comparable con la de los talibanes). El gobierno de Malí, conformado por los militares golpistas, pero también en alianza con algunos sectores del derrocado Touré, ha solicitado ayuda a Francia para detener el avance islamista. Francia ha accedido a esa petición. Todos los analistas militares coinciden en señalar que, si Francia no hubiese intervenido, Asnad Dine hubiese ya controlado Malí, pues su capacidad militar es abrumadoramente superior a la del gobierno en Bamako.
 Es natural, entonces, que el gobierno de Chávez no se oponga a la intervención francesa, pues aprecia que, a la larga, esta intervención auxilia a su aliado en Malí. Ciertamente las bombas francesas ayudan a quienes derrocaron a Touré, pero en esta coyuntura, es el mal menor frente a un enemigo mucho peor que no está dispuesto a reconocer, ni a los militares golpistas, ni a los seguidores de Touré.
Pero, como siempre, hay más papistas que el Papa. Y, aun si el gobierno de Chávez ha sido sabio en no reprochar a Francia su intervención, el chavismo tiene sectores en sus bases que reprochan la intervención francesa, sin detenerse a considerar la complejidad de la situación.
Esto es sintomático de un sector confundido de la izquierda. En su reproche al neo-colonialismo occidental, a la globalización y a la modernidad en general, están dispuestos a permitir que cualquier fuerza alternativa prospere, sin importar de quién se trate. En un gesto de suprema idiotez política, Michel Foucault apoyó la revolución islámica de Irán, y así, en nombre de la izquierda, dio aval a un régimen de ultraderecha (jamás una teocracia podrá ser de izquierda). Pues bien, del mismo modo, los grupos radicales chavistas que se hacen eco de esta caricatura, prefieren que en Malí impere una versión radical de la shariah, por encima de alguna versión del código napoleónico. Nuevamente, la ultraizquierda prefiere a la ultraderecha.
Podría alegarse, por supuesto, que Francia tiene motivos ocultos para intervenir. Seguramente Francia tiene intereses económicos en una de sus antiguas colonias. Antaño, la “justa intención” fue un criterio importante del ius ad bellum, el derecho a ir a la guerra. Pero, hoy los eticistas y juristas han cambiado de opinión: es muy difícil saber cuál es la verdadera intención de una intervención militar. Nadie está en la cabeza de Holland como para saber qué lo motiva realmente. Sólo podemos evaluar los hechos observables. Y, éstos son claros: un ejército atroz está amenazando a un gobierno que, si bien no está legítimamente constituido, al menos es el mal menor. Permitir que Asnad Dine tome el control de Malí es abrir paso a la más brutal opresión en el corazón de África, la cual fácilmente puede ser expandida al resto del continente, y a Europa misma.
Hay también la crítica, expresada en esta caricatura, de que no es posible divulgar la libertad, la igualdad y la fraternidad por vía armada. Invadir países en nombre de los ideales revolucionarios franceses es una profunda muestra de cinismo. Las ideas democráticas deben nacer en el seno de cada nación, nunca deben ser impuestas desde afuera.
Yo discrepo. Ciertamente lo más deseable es que cada país logre desarrollar sus propias instituciones. Pero, en ocasiones llegan momentos críticos, y se hace necesaria una ayuda foránea para impulsar las reformas internas, especialmente si los adversarios internos son avasalladores. El Che Guevara hizo lo propio en Bolivia, no veo por qué Francia no pueda pretender exportar sus ideales revolucionarios a aquellas zonas que así lo soliciten.
 Napoleón es hoy reprochado por su expansionismo militar, pero sería insensato negar que, mediante las bayonetas, Napoleón modernizó a una Europa anclada en la opresión del Ancien regime. El caso de España, me parece, es emblemático. En el siglo XIX, España estaba en la cola del progreso en Europa: persistía la inquisición, había una monarquía absolutista, el clero dominaba. Había un grupo de españoles, los afrancesados, quienes favorecían la influencia revolucionaria francesa. Cuando Napoleón invadió España, se erradicaron muchas de las instituciones opresoras propias del Ancien regime. Por vía de la bayoneta, España tomó el primer paso para salir del atraso representado por el trono y el altar.
Hubo, por supuesto, muchísimas atrocidades en la invasión napoleónica a España. Incluso un afrancesado, Francisco de Goya, denunció vivamente los abusos franceses. La invasión napoleónica a España no tuvo justificación. Pero, no por ello debemos ignorar que, por vía de la bayoneta, en ocasiones sí se puede imponer satisfactoriamente la democracia y los ideales de la revolución francesa en un país. Napoleón fracasó en su intento de enrumbar a España por el progreso, pues su intervención militar fue desastrosa, y ocasionó mucho más daño del bien que pudo derivarse de aquella empresa.

 
Pero, como bien nos recuerda Dinesh D’Souza, la imposición de la democracia mediante la bayoneta en Alemania y Japón a partir de 1945 no ha sido un fracaso. Si no hubiera sido por la intervención de potencias foráneas, esas dos naciones estarían aún hoy inmersas en la forma más brutal del fascismo. El buen analista debe advertir que, en ocasiones, es necesario un empujón desde afuera, para impulsar la democracia y detener sus amenazas internas. Hasta el 2012, Malí había sido uno de los países en África que mejor consolidaba su democracia. Hoy está severamente amenazada. Un empujón desde afuera bien podría ayudar a rescatarla.
Los grupos radicales chavistas, como casi siempre, opinan a la distancia. No se han detenido a apreciar que la mayoría de los mismos ciudadanos de Malí favorecen la intervención francesa, del mismo modo en que los kuwaitíes favorecieron la intervención occidental en el Golfo Pérsico en 1991, o incluso, la mayoría de los mismísimos franceses favorecieron el desembarco de tropas norteamericanas y británicas en Normandía en 1945. En el fondo, estos grupos radicales chavistas tienen un profundo desprecio por los otros pueblos del mundo. Quieren teocracias islámicas de ultraderecha, pero para los demás. En su obsesión por oponerse a Occidente a toda costa, no les importa que Malí pierda su democracia y sea gobernada por una minoría de fanáticos religiosos.
  

2 comentarios:

  1. TeleSUR es crítico de la intervención francesa en Mali, Sarkozi es de un partido Socialdemócrata (agrego por caso que Zapatero es Social-liberal), Chávez en este mometo "calla misteriosamente" sobre casi todo tema posible.

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    1. No veo casi Telesur, pero gracias por ese dato. En todo caso, como decía en el blog, yo sí apoyo la intervención en Mali.

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